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Full text of "La Mujer Uruguaya Reclama Sus Derechos Politicos - Paulina Luisi"

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La mujer uruguaya 
reclama 

sus derechos políticos 




PORTICO 


Un gran acto feminista, que marcó 
época en el movimiento reivindicatorío 
de las mujeres uruguayas. 

Se realizó el 5 de Diciembre de 1929. 

En el Salón de Actos Públicos de la 
Universidad, que es como decir en el co' 
razón del movimiento cultural de núes- 
tro país, las mujeres .uruguayas en canti- 
dad impresionante, se reunieron para ea* 
cuchar la voz vibrante de algunas de en- 
tre ellas que reiteradamente reclaman 
aquellos derechos políticos y civiles que 
hace mucho tiempo deberían ser univer- 
sales. 

El acto celebrado en la Universidad fué 
un esponente magnífico do las brillantes 
condiciones de las mujeres que se han 



8 


LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


♦ 

erigido en paladines del justo movimien- 
to. Una organización perfecta y un ajus- 
tado sentido de responsabildad de los ac- 
tos, presidieron la bella asamblea. 

¡Hicieron uso do la palabra once califi- 
cadas mujeres que ya han producido su 
cosecha en los más cneoutrados campos 
de la actividad humana. Módicas, aboga- 
das, escribanas, profesoras, escritoras y 
periodistas. Todas de acción fecunda y 
ya favorablemente juzgada. 

Y lo admirable, es que esas once mu- 
jeres que con tanto calor hablaron de la 
gran causa feminista, son apenas una 
parte de una gran cantidad de mujeres 
igualmente capacitadas para brillar en 
todos los terrenos, pero a las que no se 
les permito votar, en un país donde vo- 
tan los analfabetos. 

Pero la campaña está empezada. La 
Afianza Uruguaya de Mujeres que prc- 
«i de nuestra gran leader nacional la 
doctísima Dra. Paulina Luisi, y el Con- 


SUS DERECHOS POLITICOS 


9 


ge jo Nacional de Mujeres del Uruguay* 
han de inte unificar los trabajos para que 
el brillantísimo neto de la Universidad 
traiga como corolario la conquista de to- 
dos los deiTcbos. 

Y así se harán factible* todos los al' 
tos deseos expresados por ese grupo de 
mujeres. 

La higiene social e individual con sus 
insospechadas ramificaciones, las injus- 
ticias que amparan los códigos, la situa- 
ción de dignas profesionales mujeres, 
los salarios irrisorios de las mujeres, las 
proyecciones d'e la trata de blancas . . . 
en una palabra todos estos puntos cáli- 
dos, palpitantes y capitales que han me* 
recido la atención de las feministas uru- 
guayas, se levantan en alto, como bande- 
ra propicia para una campaña que pro- 
penda a la obtención de un sumo bien- 
estar para todos. 


A . B. C. 




Algunas consideraciones previas ne- 
cesarias — 


Intensificando la campaña desarrolla- 
da ya desde varios años atrás, pues arran- 
ca de la fundación de las man untigtuiá 
de las sociedades feministas del Uruguay, 
en 1916, las Directivas de la Alian.' 
za Uruguaya y del Consejo -Nacional de 
Mujeres, y a iniciativa de la Presidenta 
de la primera de las Asociaciones men- 
cionadas, Dra. Paulina Luisi; resolvieron 
organizar un gran acto público a’ favor 
de los Derechos Políticos de la Mujer. 

Fué precedido este acto por la presen* 
tación primero de una nota a la Comisión 
de Conmemoración del Centenario de la 
Independencia del Uruguay, solicitando 
se interese por el reconocimiento de 



12 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


los derechos políticos femeninos, como 
justa evolución de nuestro pueblo al inr 
ciar su segundo centenario de vida. 

Luego, dando cumplimiento a las reso - 
luciones del Congreso realizado en Junio 
del corriente año en Berlín, por la Alian - 
za Internacional para los derechos ciuda- 
danos de la Mujer, a la que pertenece la 
Alianza. Uruguaya, se entregó al Consejo 
Nacional de Administración el mensaje 
votado en aquel Congreso para ser en- 
viado a los Gobiernos de todos aquellos 
países en los cuales no se han reconocido 
aún los derechos políticos a la mujer. 
(Véase página 189). 

Al mismo tiempo se dispuso la presen- 
tación de una petición a la Cámara de 
Representantes, solicitando de esa rama 
del Gobierno, que incluya en la orden del 
día de sus próximas sesiones el estudio 
del texto de Ley previsto por el Artículo 
10 de la Constitución, relativo al recono- 
cimiento de los derechos políticos de la 



SUS DERECHOS POLITICOS 


13 


mujer, nota en la que so interpretó con 
exactitud la situacióu del problema en el 
momento actual. (Véase página No. 160). 

Se esperó sin embargo para presentar 
la. ei resultado de la comunicación del 
mensaje del Congreso de Berlín al Con- 
sejo Nacional de Administración. 

Este, al considerar aquel mensaje, re- 
solvió por unanimidad elevarlo a la 
Asamblea General, exhortándola al estu* 
dio de los diversos proyectos existentes, 
relativos al reconocimiento de los dere- 
chos femeninos. (Véase página No. 193). 

La Cámara de Diputados, a la que fue* 
ron destinadas ambas notas, pidió su lee* 
tura, figurando en las Actas de la 210.a 
sesión ordinaria correspondiendo al 11 de 
Noviembre de 1929. 

Para dar mayor transcendencia a nues- 
tro pedido, e intensificando nuestros es* 
fuerzos, y con objto de demostrar 
terminantemente la falsedad de la 
aserción demasiado e inconsultamente re- 



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LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


petida, que las mujeres uruguayas miran 
con indiferencia esta magna cuestión, y 
que buena parte de ellas se desinteresan 
del asunto ; convencidas como estaban las 
dirigentes de nuestras asociaciones femi* 
nistas, que al contrario de lo afirmado, la 
mujer uruguaya mira hoy con simpatía 
e interés la obtención de sus derechos; se 
organizó un mitin público, que fué reali- 
zado el 5 de Diciembre de 192I9, en el Sa- 
lón de Actos de la Universidad. 

Por moción de la Presidente de la 
Alianza de Mujeres, Dra. Paulina Luisi, 
se resolvió limitar al mínimum el número 
de oradoras pertenecientes a las asocia- 
ciones organizadoras, e invitar en cambio 
a colaborar en este mitin a mujeres que 
compartiendo nuestros ideales, se han 
destacado por su actuación pública e in- 
telectual, eligiéndolas en forma que cada 
una de ellas pudiera presentar un aspec- 
to especial de la cuestión, el que estuvie- 
se más en concordancia con su actuación 



SUS DERECHOS POLITICOS 


15 


o sus simpatías, poro do manera que ca- 
da una de las oradoras pudiera presentar 
una de las facetas del problema, y des- 
arrollar entre todas ellas la mayor exttíir 
sión posible de aquella magna cuestión. 

Esta es la razón por la cual cada uno 
de los discursos pronunciados toca una 
parte solamente de nuestro sujeto. 

Se asignó además a las oradoras un es- 
pacio de tiempo limitado y breve, con 
objeto de no prolongar demasiado el acto. 

Este plan establecido, explicará al lec- 
tor por qué encontrará los discursos bre- 
ves, variados y con un punto de mira es- 
pecial en cada uno. Ninguno abarcó el 
problema en su conjunto, así se había es- 
tablecido : entre todos sin embargo, rea- 
lizan una gran parte del asunto. 

Se anunció el acto profusamente, y se 
enviaron invitaciones especiales a los Al- 
tos Poderes públicos, Partidos Políticos, 
Prensa, etc. Las Asociaciones femeninas 
fueron invitadas a enviar una Delegada 



16 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


para acompañar al Comité en el estrado, 
concurriendo muchas de ellas a afirmar, 
con su presencia su adhesión a nuestros 
prinlcipios. Igualmente concurrieron la 
Decano de la Universidad de Mujeres 
Sra. Arbildi de De la Fuente y la Direc- 
tora de la Escuela Normal María S. de 
Munar, señorita Leonor Horticou quien 
nos acompañó también en el uso de la 
palabra. 

Se distribuyeron abundantemente en 
la sala de la Universidad, volantes prepa' 
rados al efecto, en los que se expuso el 
estado de los derechos políticos femeni' 
nos en los diversos países del mundo. 
(Véase página 171). 

Esta exposición fué concienzudamente 
redactada por la Dra. Paulina Luisi que. 
como miembro del Comité Ejecutivo de la 
Alianza Internacional, estaba como nin- 
guna, en condiciones de poseer una doeir 
mentación exacta. 

Demuestran a las claras estos volan’ 



SUS DERECHOS POLITICOS 


17 


tes. la situación inferior dv la mujer uru- 
guaya comparativamente a las de los de- 
más países; equiparada por su carencia 
de derechos junto con la mujer francesa, 
a las de los piíses más atrasados del 
mundo, o a las que viven todr^ía la vida 
primitiva de las hordas no c’ v ilizadas» 

El mitin obtuvo un éxito qne superó 
las más halagadas esperanzas de las or* 
ganizadoras. Numerosas personas hubie- 
ron de retirarse por encontrarse el local 
desbordante de concurrencia. 

Y fué digna coronación de los esfuer- 
zos realizados, la corriente de simpatía, 
la vibración armónica de aquellos cientos 
de personas que llenaban el aula magna 
de nuestra Universidad, y los torrentes de 
aplausos con que sus manos, en frenéticas 
salvas, acompañaban las palabras de las 
oradoras. Era un sólo pensamiento, estre' 
meciendo en vibración única al desbor- 
dante público: “Ha sonado la hora de 



18 


LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


reconocer los derechos políticos a la mu* 
jer uruguaya!” 

Al finalizar el acto, la Presidenta del 
Comité Organizador, Dra. Paulina Luisi 
tomó nuevamente la palabra para exhor 
tar a las mujeres presentes, si convenci- 
das de la necesidad del reconocimiento 
de los derechos políticos femeninos, a que 
firmaran una petición que sí enviará al 
Parlamento con este objeto. 

Y a los hombres “que disfrutan de 
aquellos derechos, también a ellos que son 
ciudadanos y pueden por lo tanto hacer 
pesar su propia voluntad en el seno de 
los partidos políticos a que pertenecen, 
puesto que son electores”; también a 
ellos les exhortó a firmar una petición 
masculina, y por lo tanto válida, recla- 
mando el reconocimiento de los derechos 
políticos de la mujer. 

Centenares de firmas dejaron constan- 
cia en las hojas colocadas en el vestíbulo 
del aula, de cual era el sentimiento de la 



sus 


DERECHOS POLITICOS 


19 


asamblea al disolverse. (Véase pág 186). 

El número de los firmas femeninas de- 
positadas demuestra u las claras que el 
último baluarte de nuestros adversarios 
“la mujer no se interesa por el proble' 
ma ’ te ha derrumbado en el Uruguay. 

Queda ahora a las mujeres todas de la 
República, el deber de exteriorizar esa 
voluntad latente en las conciencias, y pa* 
ra ello es necesario realizar lo que pide 
en su alocución la Secretaria del Comité 
Organizador Dra. María Inés Navarra: 

“Necesitamos un movimento de con- 
junto, unión, mucha unión para ser muy 
fuertes. . . ” 

Y queda a los hombres que en el secre* 
to de su conciencia están obligados a re* 
conocer la legitimidad de nuestras recla- 
maciones pese a los argumentos qne 
las conveniencias políticas les hacen es- 
grimir, a ellos, que en definitva son 
quienes han de resolver, les toca decidir 
una vez por todas la sanción de esa Ley 



20 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


prevista por el Artículo lO.o de nuestra 
Constitución. 

Si, como lo han declarado, los partidos 
políticos no temen que peligre su influen* 
eia con la incorporación del electorado 
femenino a la masa votante del país; si 
son leales sus afirmaciones al declarar, 
como todos los sectores políticos lo hicie- 
ron, que reconocen la justicia y la legiti- 
midad de nuestros esfuerzos; a ellos les 
pedimos, que sin más dilaciones, porque 
en la hora presente resultan inexplica- 
bles dentro de una recta línea de conduc- 
ta, se decidan de una vez a la aprobación 
de una Ley a la que la conciencia públi- 
ca ha dado ya su sanción afirmativa. 

Se nos ha observado, por muchos, la 
conveniencia de trabajar primero por la 
obtención d'e los derechos civiles, antes 
que empeñarnos en conseguir los políti- 
cos, y más de una de nuestras mujeres 
declara, no sin alguna lijereza, que está 
de acuerdo con los primeros pero que no 



SUS DERECHOS POLITICOS 


21 


vé la necesidad, todavía, de los últi- 
mos, Discrepando con esta manera de 
pensar — y apoyándose en la experien- 
cia realizada en numerosos países pien- 
san las Asociaciones Feministas Uruvua* 
yas que es esencial y primordul el dere* 
eho político, porque es la llave que nos 
permitirá mover la tan compleja cuestión 
de los derechos civiles. 

Conseguida la primera, de hacer pesar 
nuestra voluntad en los comicios, fácil será 
realizar las modificaciones necesarias en 
nuestro Código Civil. De no tener derechos 
políticos estaremos siempre dependientes 
de la voluntad y el criterro masculinos no 
siempre “et pour cause” de acuerdo con el 
sentir y las necesidades de la mujer ante 
la ley civil. 

Este criterio ha tenido su demostración 
experimental en los numerosos países don- 
de las mujeres tienen derechos políticos, 
países mucho más numerosos de los que 
nuestro público cree, como podrá cerciorar- 



22 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


Be por el ya mencionado volante, reprodu- 
cido en este volumen, y por el planisferio 
de la página 5 en el cual están graba- 
dos en blanco los países 'donde las mujeres 
gozan de todos o de algunos derechos polí- 
ticos, y en negro aquellos donde no poseen 
ninguno como en la América latina, Fran- 
cia, el Africa negra y las islas no civiliza- 
das de Oceanía. 

No puede terminar estas líneas el Co- 
mité Organizador, sin agradecer pública- 
mente y en primer término a la prensa 
nacional, no sólo la invalorable cola- 
boración prestada a la propaganda de 
nuestro acto, sino también por las magní- 
ficas reseñas con que coronaron el éxi- 
to de nuestro mitin y muy especialmente 
a “Imparcial” que dedicó dos días con- 
secutivos su suplemento a la publicación 
íntegra de los discursos ; al señor Ministro 
de Instrucción Pública Dr. Santín C. Ros- 
si, y demás personalidades políticas y ad- 
ministrativas que nos acompañaron con 



SUS DERECHOS POLITICOS 


23 


su presencia, y machas de ellas con el 
estímulo de su manifiesta aprobación; a 
la Comisión Directiva de nuestra Broad- 
casting Oficial del Palacio Legislativo, 
así como al encargado de su funciona* 
miento que facilitaron la difusión de 
nuestras aspiraciones en todo el territo* 
rio del país. 

* s El Comité Organizador. 



DISDURSOS 

PRONUnClAOOS En 

LA UNIVERSIDAD 

EN EL 

ÍT1EETIN PUBLICO 

DEL 


5 DE DICIEMBRE DE 1929 




Doctora Paulina Luisi 

Presidenta fundadora de la Alianza Uruguaya y 
del Consejo Nacional de Mujeres. Miembro de la 
Directiva de la Unión mundial para los derechos 
ciudadanos de la Mujer. Presidenta de su Comisión 
mundial para la moralidad pública. - Delegada del 
Gobierno del Uruguay a la Comisión de Protección 
a la Infancia y la Juventud en la Liga de Naciones 



Los derechos políticos de jo mujer 
en el Uruguay y en la vida Inter- 
nacional — 


Señoras mías, señores : Iv) 2 f> de abril 
de 10*17, en este uii«mo Salón de Actos de 
la Universidad ocupado entonces por la 
Asamblea Nacional Constituyente, un gru 
po de mujeres, muy reducido ciertamen* 
te, pero tan decidido como escaso, nos 
presentábamos por primera vez en la his- 
toria de nuestro país para afirmar, en 
forma reposada y serena, la aspiración 
de la mujer uruguaya a participar en la 
vida política de la nación 
Aquellos 52 nombres de mujeres al pie 
de la sencilla nota causaron sensación. . . 

Van pasando desde entonces trece años. 
La sorpresa causado por los pretensio- 
nes femeninas se ha desvanecido ... La 



30 


LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


idea se ha echo carne 1 Ya no son 52 
nombres 1 La conciencia de la mujer uru- 
guaya se ha despertado. 

Lo que fué deseo de emancipación feme- 
nina se hecho voluntad. La mujer de 1929 
no tiene recelo en defender sus conviccio- 
nes y en reclamar resueltamente los dere- 
chos que le corresponden y la participa' 
ción que le pertenece en la vida nacional. 

Es para afirmar nuevamente esa volun - 
tad nuestra, mujeres conscientes de nues- 
tra personalidad y de nuestros derechos, 
como lo somos de las responsabilidades 
que ellos entrañan, que nos encontramos 
reunidas aquí, en este día. 

En 25 países, las mujeres han conquis- 
todo el lugar que les corresponde, de 
iguales ante las leyes a sus compañeros, 
con los mismos derechos y las mismas 
prerrogativas, también con equivalentes 
deberes. 

Más d'e 80 millones de mujeres se en- 
cuentran hoy habilitadas para manifestar 


31 


SUS DERECHOS POLITICOS 

su voluntad en loa comicios, ni igual qlie/' 
los hombres. 

En 35 países. 23 de Europa. 3 de Amé 
rica, 3 de Asia, 4 de Africa y 2 de Ocea~ 
nía. las mujeres gozan de sus derechos 
políticos, totales o parciales. Hasta en el 
vecino Brasil, el Estado de Río Grande do 
Norte acaba de reconocerlos a sus rnuje' 
res. 

La mujer uruguaya está en absoluto 
desposeída de ellos. 

Será acaso inferior a la nativa rio- 

grandense, menos consciente, menos eul* 

ta. más incapaz? 

♦ 

Serán las mujeres uruguayas menos 
dignas de ejercerlos, que los 80 millones 
de americanas, inglesas, belgas, griegas, 
chinas o españolas? 

Por que la misma España, bajo su ré- 
gimen de fuerza, ba reconocido a sus mu* 
jeres, parte de sus derechos políticos y ha 
llevado a once de ellas a la Asamblea Na- 
cional... Es bajo un gobierno de hecho 



32 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


ciertamente, pero no lo es menos, que la 
misma dictadura ha reconocido de esta 
manera la legitimidad de la colaboración 
política de la mujer. 

Yo he visto a la concejala española 
entregada a las obras de asistencia so- 
cial; he visto a la burgomaestra belga 
organizar la defensa de la ciudad frente 
al enemigo; he visto a la inglesa dictan- 
do sentencias en su Juzgado de Paz; a 
la rumana redactando ordenanzas edili- 
cias y agrarias; he visto a la rusa Minis- 
tro Plenipotenciario en la persona de 
Alejandra Kolontai y en Rosilra Swim- 
mer a la del Representante Diplomático de 
Austria- •• He visto en la (Comisión de 
Mandatos de la Liga de las Naciones, 
donde se ventilan asuntos interna- 
cionales candentes, a la jurisconsulta 
sueca, y a la mujer inglesa en la Con- 
ferencia Económica de 19/27 en Ginebra; 
y las he visto a todas, australianas, sue- 
cas. noruegas, danesas, inglesas, africa- 



SUS DERECHOS POLITICOS 



ñas del sur, rumanas, formando parte de 
las del -garlones oficiales en la Asamblea de 
la Sociedad de las Naciones; lie visto a 
una de ellas presidir la 5.n Comisión de 
la Asamblea en su casi totalidad forma - 
da por ministros y diplomáticos y be 
visto a otra al frente de la delegación de 
su gobierno en la Conferencia Internacio* 
nal del Trabajo. 

Y vi a Margaret Bonfield en sus fun- 
ciones del Ministro del Trabajo en Ingla- 
terra; a mi colega Nina Ba.ng en la Car- 
tera de Instrucción Pública danesa. . . a 
Nelly Taylor Ross gobernando el Estado 


deí^Yyoming, en Estadi lleva- 
da a ese alto cargo por e nular! 

Yo las he visto a toda. ho- 
landesas, belgas, belgas depo- 
sitando tranqnilament _ las ur- 
nas y discutiendo .e en sus 

respectivos parí amen. 


iLas he visto elevar la c Ación de la mu- 
jer en el trabajo ; dar a la madre la tutela 



34 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


de los hijos igual que al padre ; combatir la 
prostitución y concluir con la trata de mu- 
jeres en Australia; crear tribunales espe* 
ciales para niños con un jurado misto; 
votar subsidios familiares a las madres 
proletarias; elevar la edad de consentí* 
miento en los delitos contra la morali- 
dad; reglamentar los espectáculos cine* 
matográficos para niños; combatir el al- 
coholismo; establecer cajas de seguros 
para la maternidad; ocuparse de cuestio* 
nes financieras; asegurar la independen- 
cia económica de la mujer casada, y lu- 
char para -conservarle su nacionalidad; 
proponer y votar benéficas leyes sociales 
diversas y numerosas : legislar sobre el 
niño abandonado; sobre la obligación 
del padre ilegítimo a las cargas de la 
infancia ; proponer leyes que obliguen al 
hombre) a la indemnización ¡equitativa 
para los gastos extraordinarios que so- 
brevienen a la madre con la venida al 




ron. . . 

fo he conocido la hazaña sobrchuma* 
na de aquel grupo de mujeres reunidas 
en La Haya en lilla- cu plena guerra, pa* 
ra conjurar a los hombres que cesaran 
su matanza despiadada... Clara Zetkin 
llegando en avión desde Alemania des* 
pués de burlar la vigilancia de las auto* 
ridades; Juana Duchénne viniendo de Pa 
rís bajo el peso de una condena a muer- 
te por traición a la patria; Christal Mac 
Millan perseguida por las autoridades in- 
glesas; a Emily Boleh expulsada de su 
país y sus bienes confiscados.. . . Yo las 
he visto reunidas en La Haya para gri- 
tarles desesperadamente a los hombres 
enceguecidos por la sangre: PAZ ! 

Yo recuerdo la escena emocionante que 
nos arrasó de lágrimas los ojos, cuando 
aquellas dos madres enlutadas, llorando a 
sus dilectos caídos ambos en los campos 
del Mame, se tendieron las manos tem* 



36 v LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


blorosas en nuestro Congreso de Ginebra 
en 1920. . . París y Berlín llorando a sus 
hijos... . Francia y Alemania confundien- 
do sus sollozos de madres, estrechaban 
sus palmas ! . . . 

Sólo la mujer es capaz de sentir en el 
desgarramiento de sus entrañas, el odio 
salvaje y profundo hacia la guerra... 
sólo ella puede alimentar en su corazón 
sangrante y temeroso la vida tan frágil 
del árbol de la Paz, porque solamente 
ella sabe cuánto dolor y cuánto sa- 
crificio, cuánta desolación y cuánta an- 
gustia, cuanta miseria y cuanto desastre, 
encierran en sus almas de aoero las ame- 
tralladoras y los cañones! 

Y hasta las lágrimas de Jeanette Ran- 
kin, la primera mujer diputado en el Par- 
lamento Federal de Norte Amérca, son 
de uña sugestiva enseñanza . . . Jeanette 
Rankin votando ¡ con sollozos ! los fondos 
de guerra de los Estados Unidos, .en 
1915-' 



SUS DERECHOS POLITICOS 


I 


Mas, me ban observado algunos, € 
el Uruguay los hombres legislaron ya 
sobre aquoLlos tópicos que son la preocu* 
pación de las mujeres... y me dijeron v. 
gr. de la ley sobre investigación de la 
paternidad y sus obligaciones consiguien- 
tes... ¡Bien lo sabemos!... ¡Demasiado! 
Que de haber habido una sola mujer en 
nuestro Parlamento no se habría sancio- 
nado la iniquidad que encierra el artícu- 
ir 277 de nuestro Código Civil 1 
¿Qué mujer habría tolerado que a cam- 
bio del mendrugo que el padre le arroja 
para sostener al hijo, tenga luego aquél 
el derecho de quitárselo a la madre cuan- 
do la criatura alcanza a los cinco años’- 1 
Podrían multiplicarse los ejemplos... 
Días pasados, discutíase en nuestro 
Parlamento el salario mínimo y se pre- 
sentaba como ejemplo un presupuesto de 
familia obrera. Ni el orador ni sus cole- 
gas se percataron que no basta presupues- 
tar ropas y calzados para el padre... 



k MUJER URUGUAYA RECLAMA 


que la- mujer también necesita ropas y 
abrigo . . . 

Traigo a colación este detalle trivial, 
porque es profundamente sintomático : 
falta el punto de vista femenino, falta el 
sentir femenino, en una palabra, falta en 
la preparación de nuestras leyes la cola- 
boración de la mujer. 

En la administración del Erario esta* 
mos excluidas, pero no dispensadas de las 
cargas económicas que lo alimentan. Los 
rubros que nos interesan quedan siem- 
pre postergados a los intereses de la po* 
blación masculina. Las necesidades so- 
ciales que sentimos en nuestra propia car 
ne, que nos lastiman el alma, quedan li- 
bradas a la buena voluntad o al tibio in* 
terés de los hombres... ¡hasta en las cues- 
tiones de asistencia, al hacer la distribu- 
ción se establecieron diferencias!... Una 
escuela educacional para los varones de- 
lincuentes o abandonados... Para las 
ninas... el hacinamiento y la promiscui* 



SUS DERECHOS POLITICOS 


dad infectos de un asilo insuficiente... 
“¡¡No hay dinero para más' 1 ” 

Y sin embargo, la riqueza pública, nos - 
otras contribuimos a formarla, como núes* 
tros compañeros. Como ellos, 'damos rendi- 
miento de trabajo y energía, ti-abajo que 
es riqueza... ¿Qué es el capital sino ira* 
bajo acumulado? 

iComo ellos, damos esfuerzos y energías, 
lo mismo en la labor modesta y sin em- 
bargo necesaria del hogar, como en el tra* 
bajo manual o cerebral de la oficina pú- 
blica, del taller, de la fábrica, del estu* 
dio, de la enseñanza. . . y damos en más 
otro trabajo, más duro y más penoso, no 
reconocido y no apreciado por los econo- 
mistas que legislan, pero tan grande, tan 
potente que es la fuente misma de la ri- 
queza nacional: Los hijos! 

Rendimiento social que damos en bra- 
zos productores, capital que forjamos en 
nuestras propias visceras al precio de fa- 
tigas y de esfuerzos tales, que sólo pue- 



40 


LA MUJER URUGUAYA RECI 


de aquilatarlos ella misma : la madre I 

El reciente Congreso de la C. G. T. 
francesa (Confederación General del Tra* 
bajo) acaba de declarar que la materni- 
dad debe ser considerada como una fun - 
ción de estado y ser retribuida en conse- 
cuencia. 

Un partido político uruguayo ha im- 
preso en su carta orgánica que la mujer 
madre merece bien de la República . . . 
¿Cómo? Desposeyéndola de todo iderecho, 
colocándola en un rango inferior al beo- 
do, al proxeneta o al vagabundo, — que 
esos, — conservan los suyos; excluyén- 
dola de la vida política junto con los pro - 
cesados y los criminales. 

Situación curiosa la de la mujer uru- 
guaya 1 

La propia Constitución de la Repúbli- 
ca la excluye terminantemente de todo 
cargo en la Administración Pública, de 
todo empleo oficial. Desde la maestra 
llamada por Yarela a desarrollar su 



SUS DERECHOS' POLITICOS 


41 


magna reforma (educacional, desde la* 
dactilógrafa o la auxiliar de Correos 
liasta las que desempeñan altos eargos 
en la enseñanza universitaria y normal 
y las que son o fueron Miembros de los 
Consejos Autónomos, todas, estamos vio- 
lando descaradamente la Constitución, y 
antes que nosotras la violaron aquellos 
que para tales cargos nos designaron. 

Se ha pretendido dar un giro legal a 
esta situación extrañamente curiosa en 
que se halla colocada la mujer en la 
Administración Pública y con un juego 
de palabras se ha torcido la letra expre- 
sa de la carta constitucional, confun- 
diendo el concepto de ciudadanía con el 
de nacionalidad. El texto constitucional 
es sin embargo de claridad meridiana : 
El Art. 11 establece que “los ciudadanos 
son los llamados a los empleos públi- 
cos.” 

Si el articulo 11 emplea el término ex- 
preso de ciudadano, el artículo 9 dá a la 



42 


LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


palabra su alcance constitucional dicien- 
do: “todo ciudadano es miembro de la so- 
beranía de la Nación: Como tal es elector 
y el e g%ble”. 

La mujer uruguaya ni es ni puede, ac~ 
tualmentfi, ser ciudadano ! 

Señoras: Mis compañeras en este acto, 
os dirán, cada una desde un punto de 
vista parcial, — que así lo hemos concer- 
tado, — la necesidad de que la mujer, 
llamada a la labor fuera del hogar, en las 
actividades diversas de la vida y en los 
diferentes cargos de la Administración 
Pública, tareas muchas donde es difícil- 
mente sustituíble con ventajas; mis com- 
pañeras, os dirán cuán necesario es 
para la mujer encontrarse en las condi- 
ciones legales determinadas por la Carta 
(Constitucional de la República y esta- 
blecidas por los artículos mencionados. 

A vosotras señoras mías, que en más 
de una ocasión miráis con indiferencia 



sus 


DERECHOS POUITICÍ 


este magno problema, o que irreflexiva* 
mente repetís argumentos falaces, yo os 
ruego que meditéis hondameute las pa* 
labras que oiréis de nuestras compañe- 
ras... y os convenceréis que la cuestión 
de los derechos políticos femeninos, en- 
cierra má3 graves preocupaciones que el 
simple hecho de votar o no votar. 

Señores: En estos últimos tiempos los 
partidos políticos que comparten la Re- 
presentación Nacional se han declarado 
unánimemente, en el Consejo Nacional de 
Administración, en el Parlamento, en la 
Prensa, en las plataformas electorales, fa - 
vorables al reconocimiento de los d'eie* 
chos políticos femeninos. 

El Consejo Nacional de Administra- 
ción ha pasado un Mensaje a la Asam- 
blea General pidiendo el voto femenino. 

El Ar. 10 de la Constitución establece 
la fórmula que habrá de reconocerlo- 

¿Qué se espera para proceder? 



44 


LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


¡Habremos de creer que existe en rea* 
lidad un recelo secreto en los Partidos 
respecto a las consecuencias que pudiera 
acarrearles la incorporación del electora* 
do femenino desde el punto de vista de la 
preponderancia política que cada uno 
pretende pax*a sí? 

Conspicuos miembros de estos partidos 
han declarado que no hay tal. La prensa 
que les responde lo ha repetido. 

¡Por qué demorar entonces y darle 
largas en las iComisiones y encontrar mil 
obstáculos para sancionar una ley que 
todos a una han reconocido necesaria y 
justa ? 

¡ A qué secretas preocupaciones respon- 
de ese compás de espera inexplicable? 
¡A que se debe esa falta de resolución en 
el momento mismo de decidir? 

Señores Legisladores, mandatarios de 
vuestros partidos políticos, queremos te- 
ner confianza en vosotros... y en ellos ! 
en la sinceridad de vuestras palabras..., 



SUS DERECHOS POLITICOS 


45 


en la lealtad de vuestros procederes... 1 

La hora de las declaraciones ha trans- 
currido ya... ha llegado el momento de 
la acción! 

Tenemos los ojos fijos en vosotros, y 
en la intimidad de nuestras conciencias 
abiertas a la reflexión, mientras os escu* 
cbamos decir y os miramos proceder. . . 
Os estamos juzgando! 

Recogemos vuestras lecciones y vues- 
tros ejemplos para sernos guía en la ho- 
ra futura, esa que inevitablemente lle- 
gará. 

Señoras, Señores: Como el 25 de abril 
de 1917, el día de hoy señala una fecha 
histórica en los anales de la Nación Uru- 
guaya. 

En asamblea solemne, once mujeres 
que hemos producido ya nuestra compe- 
tencia en los distintos campos de la acti- 
vidad humana, venimos aquí, en repre- 
sentación de miles de nuestras compañe* 



46 


LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


ras, a proclamar nuestros derechos no re* 
conocidos por una legislación hecha por 
hombres, y a reclamar públicamente la 
parte que nos pertenece en la Soberanía 
nacional. 

Doctora Paulina Luisi. 





Relatora por laa Asociaciones feministas del 
■Uruguay — Profesora de Enseñanza Secundaria» 




Gestiones ie tas aeoeiaeiamee fetm* 
metas par loe derechos de la mv- 

¡er. — 

l csx detallada relación de 1 a* gestiones 
qo.- el Conaejo N. de Mujer» del Cru” 
gu.iv y U Ai xa tu* l'ru guaya de Mujeres 
han realizado, siempre que ar ha písate*' 
do el problema de los derechos polmeo* 
y civiles de 1* mujer no* ¿amostrará que 
•» incierto lo que macho* afirman: que 
iss uruguaya* no queremos ios derecho* 
qur los Poderes Público* quieren regalar 
Oo*. 

KI 21 <!*• abril de 1^17» cuando la Asan- 
ble* Constituyente planteó, por tntena*' 
dio de 1* delegación socialista, «I pro- 
blema del sufragio femenino, el Comité 
Ejecutivo de nuestro Consejo, convocado 
urentemente, resolví* hablar y plantear 



lo LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


la situación de una manera decisiva y ter* 
minante, presentando una nota a aquella 
H. Corporación, declarando que la mujer 
uruguaya aspira al reconocimiento de sus 
derechos. 

La premura del tiempo no dio lugar a 
reunir más de 54 firmas, pero entre ellas 
figuraban las firmas de las presidentas o 
delegadas de las asociaciones afiliadas al 
Consejo, lo que suponía unos cuantos 
centenares de mujeres. (Nota del 25 de 
abril de 1917). 

En diciembre del mismo año. realiza el 
Consejo una asamblea pública en uno de 
los salones de la Universidad de Mujeres* 
cedido para sus sesiones, presidida por la 
señora Carmen Cuestas de Nery, presi- 
denta de la Comisión de Sufragio, acora* 
panada de la Presidenta de la Institución 
doctora Paulina Luisi. de la secretaria 
doctora Beretervide y de las señoras Cata 
Castro de Quíntela. Emilia E. de Gallar- 
do y Herminia M. de Brito Foresti. 



SUS DERECHOS POLITICOS 


En esta asamblea, que fue numerosísi* 
ma, se comenta el artículo de la nueva 
Constitución y se exhorta a las asistentes 
y a las mujeres en general, a que insistan 
en sus reclamaciones y a que no abando- 
nen la lucha hasta llegar a la conquista 
definitiva de la ciudadanía. 

Después del éxito de esta asamblea el 
Consejo intensificó su acción de propa' 
ganda en favor del sufragio, exteriorizan- 
do en cada caso su anhelo de justicia. 

En febrero de 191S fueron proclama* 
dos los derechos políticos de la mujer en 
Inglaterra. Conocida la buena nueva, 
nuestro Consejo se asocia al regocijo de 
las mujeres inglesas, expresando su sen- 
tir en notas y telegramas a las asociado* 
nes de Inglaterra y al señor ministro de 
la Gran Bretaña, quien la remite a su 
gobierno y luego entrega personalmente 
la respuesta en la secretaría del Consejo. 

Para hacer resaltar esta victoria femi 
Inista se publica un manifiesto, en todos 



52 


La jvjujuR 


URUGUAYA RECLAMA 


los diarios de la 'Capital y diferentes 
miembros de la Directiva publican en di- 
ferentes diarios artículos sobre este acón 
tecimiento- 

■El 2S de febrero del año IMS, en el ac- 
to recordatorio, que tomó las proporcio* 
nes de un funeral cívico, en ¡honor de Héc- 
tor Miranda, el Consejo resuelve concu' 
rrir en corporación a colocar una modes- 
ta placa de bronce en la tumba del ciuda' 
daño feminista, con esta inscripción 

“En honor al primero de los legislado- 
res uuguayos que proyectaron el recono' 
cimiento de los derechos políticos de la 
mujer.’' 

En esc mismo año tuvo lugar el Oon- 
•greso contra el Alcoholismo, y la Comí* 
«ióji reopoetiva envía un estudio suma- 
mente documentado oMerjto por la docto* 
rn l'aullrm l/uíai, y titulado "tai laudui 
contra el alcoholismo y el sufragio feme- 
nino”. Este tralmjo publicado en la “Ite" 
vista Argentina de í'ioiieins l’iilftieiis’', 




blema del sufragio femenino en un con* 
greso constituido en su inmensa mayoría 


por nujeres. 

Era la primera vez que el (Consejó, en- 
trabaren debate público sobre el gran pro" 
blema de los derechos políticos de la mu- 


jer. 


El rema provocó tanta resistencia que 
hasta hubo oposición para que fuera con" 
siderado. Sin embargo después de una 
lucha tenaz 'durante toda una sesión ’del 


Congreso se obtuvo un brillante triunfo a 
favor del sufragio de la mujer. 

En jimio de ese mismo año, bajo los 
auspicios de las Comisiones de Sufragio, 
Prensa y Propaganda, presididas respec- 
tivamente, por las señores dv Nerv, de Po* 
Uovi y de Quintóla, tuvo lugar una nume- 
rosa asamblea. 


1.a seimva Wnny Carril de Pollo r i pr\v 
clamo las siguientes conclusiones ; 



54 


LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


1.0 Aunar esfuerzos para favorece/ la 
evolución del feminismo y las reivitnioa* 
ciones de la mujer encaminadas a sj to* 
tal emancipación. 

2.0 Instruir a la masa de mujeres jobro 
los deberes domésticos y sobre la nícesi- 
dad de Ligas que dirijan la opinión íeme* 

'4/s Preparar a la mujer a cumplir dig* 
rameóte cu iuíuro papel en la sociedad 
política. 

4.0 Exponer a los Poderes Públicos las 
reivindicaciones sinceras de todo an sexo 
con el fin de obtener el derecho de sufra 

fglO. 

En Diciembre de 1918 se organiza en el 
Ateneo la primera conferencia pública 
sobre derechos políticos femeninos, a car- 
go de la doctora Paulina Imisi. Impresa 
en nuestra Revista Social y titulada "Mo- 
vimiento Sufragista’’, esta conferencia 
nos ha sido solicitada frecuentemente para 
servir de documentación y fue solicitada 



SUS DERECHOS POLITICOS 


66 


por algunas asociaciones feministas argén* 
tinas para ayudar su propaganda, siendo 
invitada su autora a repetirla en Buenos 
Aires y algunas Provincias argentinas. 

En el año 1919 la doctora Paulina Loi- 
si, Presidenta del Consejo expuso en con* 
vicción de que había que constituir un or 
ganismo más para que nuestro país pudie- 
ra ser incorporado a la Alianza Interna 
cional para el Sufragio femenino, la gran 
asociación que, junto con el Consejo In- 
ternacional de Mujeres comprende en 
su seno a todo el feminismo mun- 
dial seriamente organizado. Aceptada 
la idea, nació del Consejo la Alianxa 
Uruguaya de Mujeres. 

Eu todos los países se conoce la acción 
de nuestras Instituciones feministas, y 
de todas partes llegan cartas y telegra- 
mas que nos alientan. 

iLos hombres de Estado, han favorecido, 
más de una vez nuestra labor en pro de 
los derechos integrales. 


66 


LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


En lítt© el doctor Viera, Presidente de 
la República, presentó al Cuerpo Legis- 
lativo, un proyecto de ley reconociendo 
para la mujer el derecho al voto activo y 
pasivo en materia municipal y muy opor* 
tunamente, la Alianza Uruguaya para el 
Sufragio Femenino en unión con el Con- 
sejo de Mujeres presentaron una nota a 
la H. C. de Representantes solicitando se 
discutiera sin dilación este proyecto fir* 
mado en mayo del mismo año. 

Eu 1020 se dirige una nota acompañan* 
do el siguiente proyecto de ley. 

“La elocuencia de un antecedente 

tau auspicioso para las reivindicaciones 
femeninas, induce al Consejo Nacional de 
Mujeres del Uruguay y a la Alianza Uru* 
guaya para el Sufragio Femenino, a sus 
Comisiones autónomas y a las sociedades 
afiliadas, a impetrar de ese alto Cuerpo, 
si es que se sirve prohijar con la autori- 
dad de su ilustración, la sanción del si* 
guiente 



IUI DERECHOS POUTICO» 


fT 


PROYECTO DE LEY 

Kl Senado y la Cámara da Represen- 
tantes d« la República Oriental dal Uro* 
juay, reunido# en Asamblea Gc&nraL 

DECRETAN 

Artículo l o A eontar desde la fecha, 
Las mujeres m ay oro de 20 silos podrán 
rotar en Las elecciones de gobierno# lo- 
cales, siempre que se inscriban en padro* 
sea especiales que llevarán Las Cotnnnaa. 
con todas las formalidades exigidas por 
la ley para el Registro Cívico Permanen- 
te y los plazos y fechas fijado* par-», la 
formación de éste- La calidad <he elector 
comprende la de ser elegible para los 
cargos rotados. 

Art. 2.o A eontar de dos años de la 
promulgación de esta ley, podrá la mujer 
sufragar en las elecciones para los euer* 


53 


LA MUJER URUGUAYA RECLj 


pos legislativos y demás corporaciones 
electivas, como también para la Presiden- 
cia de la República. A este fin la depura* 
ción de los padrones se practicará conjun* 
t amente y con los mismos trámites que la 
del Registro Cívico Permanente. 

Art. 3.o Comuniqúese, etc. 

¡Con este motivo nos es grato saludar 
al señor Presidente con nuestra más dis* 
tinguida consideración. 

Paulina Luisi, Presidenta del Consejo 
Nacional de Mujeres — Lira Bruna de 
Delgado, Vicepresidente de la Alianza 
Uruguaya para el Sufragio Femenino — 
Fanny Carrió de Polleri, Secretaria Ge- 
neral de la Alianza Uruguaya para el Su* 
fragio Femenino — Cata Castro de Quín- 
tela, — Adela Rodríguez de Morató, Por 
la Comisión de Sufragio — Emilia E. de 
Gallarda, Presidenta de la Comisión Tra 
ta de Blancas - Herminia M. de Brito Fo* 
resti — Hayd'ée B. de Brignole, Presiden* 
ta de la Comisión de Higiene — Juana 




sus 


DERECHOS POLITICOS 


Pereyra, por la Comisión de Trabajo 
Elisa V. de Arangu.rcn. Presidenta de la 
Comisión Paz 7 Arbitraje. 

Pero, al año siguiente, al tratarse en la 
Cámara de Diputados la organización d*’ 
los Gobiernos Locales, la Comisión do 
Legislación, a pesar de los votos favora- 
bles de tres de sus miembros, rechazó el 
provecto. 

Todas estas derrotas, en lugar de ha* 

cernos desistir, en lugar de debilitar 

nuestros bríos, han redoblado nuestras 

energías, y no hemos perdido ocasión de 

intervenir ante los Poderes Públicos y de 
* 

trabajar en todas formas en la persecu- 
ción de nuestro propósito. 

En 1921, por iniciativa de la señora 
Fanny Carrió de Polleri, se gestiona la 
admisión .d!e la mujer en la integración 
de los Consejos de carácter consultivo. 

En los años sucesivos, bajo la presiden- 
cia interina de la doctora Isabel Pintos de 
Vidal y lnego por la de las que fueron 



60 


LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


presidentas efectivas, señoras de Gallardo 
y de Quíntela, se organizaron nuevamen 
te las conferencias y lecturas feministas 
que tanto éxito tuvieron al principio de 
nuestra organización contando con la 
colaboración de gran número de personas 
ilustradas, que se ocuparon, principal* 
mente, de la misión de la mujer en la socie 
dad presente y del papel que le reserva 
en lo futuro. 

Además se dictaron muchísimas confe- 
rencias de propaganda cívica en los cur* 
sos nocturnos para adultos y en institu- 
ciones particulares. 

El más eficaz de los medios de difusión 
y propaganda con que han contado la 
Alianza Uruguaya y el Consejo de Muje- 
res, ha sido la revista “Acción Femeni* 
na" fundada a iniciativa de la doctora 
Paulina Luisi que la dirigió y redactó 
durante varios años. Por su seria direc- 
ción contribuyó a hacer conocer nuestra 
labor, nuestras luchas, nuestras d'ecepcio* 



SUS DERECHOS POLITICOS 


61 



nes y nuestras esperanzas, 
jeres del mundo que se afa| 
zar los mismos ideales. 

El canje con las revistas y periódicos 
mundiales del mismo género lia sido un 
lazo más entre el Viejo y el Nuevo Mun- 
do ilustrado. Su documentación bastaría 
para escribir la historia detallada del mo* 
vimiento femenino en todas sus manifes- 
taciones pues el programa que ha regido 
nuestra acción, no se circunscribe a los 
derechos de la mujer, sino que compren* 
de todos los problemas morales y socioló- 
gicos que están en el tapete de los mora* 
listas y de los filósofos del momento. 

i . estos últimos años se ha intentado 
varias veces interesar a los Poderes Pú- 


blicos del Estado en los problemas de me* 
joramiento social, y, cuando la Asamblea 
Representativa Departamental envió un 
mensaje al Cuerpo Legislativo solicitando 
el otorgamiento del derecho al voto en 
materia municipal, acompañamos este 


LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 




movimiento con una nota y con nuestra 
presencia en las sesiones de la Asamblea, 
que se dedicaron a discutir este punto. 

Otras muy diversas fueron las iniciati- 
vas y gestiones del Consejo y la Alianza 
)ero contando con muy limitado tiempo 
para hablar debo terminar esta reseña, 
recordando a mis amables oyentes que 
en el momento en que debíamos entregar 
una nota a la Comisión Pro Centenario, 
solicitando se incluyera en su programa 
el estudio y el otorgamiento de los dere* 
cho políticos femeninos, la Alianza Uru- 
guaya recibió expresiva nota de exhor- 
tación en este sentido, de la Alianza I. 
de Mujeres dirigida a las autoridades del 
país y que entregamos personalmente al 
Presidente del Consejo N. de Administra- 
ción. 

Esta Asociación mundial realizó, como 
es notorio su ll.o Congreso Feminista, ce- 
lebrando los veinticinco años de su fun- 



SUS DERECHOS POLITICOS 


dación en la ciudad de Berlín, en uunao 
del año que corre. 

Estaban allí representados 4ó paiaes, 
en cada uno de los cuales existe por lo 
menos una Asociación pro sufragio. La 
Alianza Uruguaya de Mujeres, que es la 
rama uruguaya de aquel Organismo In- 
ternacional estaba representada por su 
Presidenta la doctora Paulina Luisi. ele- 
gida por 3-.a vez» para formar parte del 
Comité Directivo Internacional. 

En una de las sesiones dedicada a la 
cuestión sufraigio y al análisis de las ven- 
tajas de la intervención de la mujer en 
las diferentes actividades sociales y a su 
influencia moralizadora. se resolvió en" 
viar la exhortación a que hago referencia, 
dirigida a las autoridades de todos los 
países que aun no han concedido el voto 
femenino, rogando se estudie el problema 
y se resuelva favorablemente sin mayor 
demora. 

Inmediatamente después de enviar esa 



64 


l.A MUJER URUGUAYA RECLAMA 


comunicación al C. N. de Administración, 
nuestras Instituciones remitieron una so- 
licitud llena de conceptuosos argumentos, 
a la H. Cámara de Representantes que 
fué leída en la primera sesión. 

La reacción, halagüeña ya para nosotras 
que esas dos notas han provocado en los 
Poderes Públicos y en la sociedad en ge' 
ncral nos han alentado para proseguir en 
la lucha, a cuyo Tin hemos organizado 
este acto, exponento do algunos do 
los valores reales de nuestro sexo en el 
Uruguay. 

Corno ha podido verse por todo lo ex- 
puesto, hace ya tiempo que un núcleo do 
mujeres destacarlas de nuestro país, ha 
manifestado claramente sus aspiraciones 
de justicia y ha luchado para que esa jus* 
ticia sea un hecho. 

Ha sido un grupo reducido, es cierto, 
pero nos regocija constatar que actual- 
mente somos ya muchas las que pensamos 
del mismo modo. Hace al/gunos años que, 




SUS DERECHOS POLITICOS 


65 


en nuestro medio, para hablar de derechos 
políticos o civiles de la mujer, había que 
hacerlo casi en secreto: el prejuicio social 
condenaba y despreciaba a la que se atre* 
viera a manifestarse partidaria de ellos; 
la burla y el ridículo eran el premio in- 
mediato. Pero de.; 1 .' que la mujer, desa' 
fiando prejuicios y arrasando añejas ideas 
ha ido poco a poco haciéndose tan ca* 
paz como el hombre en su potencia inte' 
loe t nal: desde que ha ido conquistando 
poco a poco posiciones, úuuvvsiMes antes 
pava ella, no ha podido menos de recono- 
cerse como una fuer*.:) social, y por ende, 
ha debido sentir la necesidad de poner su 
talento, sus virtudes y sus cuerudas al 
servicio de las causas buenas: quiere lu* 
ehar por ella, cuya situación ante la¿ le- 
yes los hombres no han querido mejorar; 
quiere emplear su exquisita sensibilidad 
en favor de los derechos del niño ; y quie* 
re contribuir con equidad al bienestar 
futuro del hombre, ya que no es posible 



66 


t A MUJER URUGUAYA RECLAMA 


encarar ningún problema trascendental 
sin esta alta finalidad: el bien para to- 
dos. 

Y este de boy es un momento liistó- 
rico, en que la mujer uruguaya le- 
vanta nuevamente su voz en un acto 
público, en esta misma sala do conferen- 
cias de la Universidad de la República, 
donde sonó la voz de la Asamblea que re- 
formó la Constitución, cediéndonos en 
rila una migaja dv lo que legalmente nos 
pertenece, al dejar escrito en el artículo 
10 lo que todos conocemos: “El reconoci- 
miento del derecho de la mujer al voto 
activo y pasivo en materia nacional o 
municipal, o en ambas a la vez sólo podrá 
Rcr bocho por mayoría do dos tercios so- 
bre el total do los miembros de cada una 
de las Cóma ras’ \ Si hay posibilidad do 
reconocimiento es porque Imy existencia- 
queda pues, tácitamente reconocido nues- 
tro derecho - no será muy difícil llegar a 
su otorgamiento a pesar rio exigirse para 


SUS DERECHOS POLITICOS 


67 


ello el voto de las dos terceras partes de 
cada una de las cámaras. 

Y digo que no será difícil, porque lo 
que ayer fue una solución conciliatoria, 
vna simple transacción de unos pocos, es 
hoy el deseo de una gran mayoría entre 
les hombres de buena volunta .i. Ya no 
se discute; solo Mta ceder. 

Oreo no pecar de etteesivarurme opi> 
mista. ni afirmar qv.e no f-srá Vosr.o el 
di.v on que sonriamos plácidamente ni ro' 
cerdnr que so hayan tenido lamas dudas. 
quo so haya ton id o tanto miedo do conce- 
cíor un derecho legítimo, cuyo poco no ha- 
brá producido ninguna catástrofe social, 
ni provocado ningún desequilibrio econó- 
mico. 


Carmen Onetti . 





Leonor fiourticou 


Trímera mujer miembro de la Comisídu de lastnie- 
cldu Primarla de MoateTideo. — Directora ea la 
Escuela Normal. — Delegada de la Sociedad de 

Pedagogía 



La mujer en la enseñanza — 

Señoras, Señores: Mi presencia en es* 
ta sala, mi participación en este acto, sor- 
prenderá a muchos (tal vez me haya sor 
prendido a mi misma mi decisión de to* 
mar la palabra). En efecto: yo nunca al- 
eé con mis manos la bandera de las rei* 
vindicaciones femeninas; yo siempre sos- 
tuve. y sigo sosteniendo que creo que la 
mujer necesita apoyarse en el hombre, 
que es el más fuerte de los dos, y que es- 
ta relación me parece tan natural, que 
sufro cuando creo constatar debilidades 
en el hombre, que no condicen con su 
energía viril, modalidades en la mujer 
que chocan con los atributos que le son 
propios, 

¿Por qué estoy aquí pues, hoy? 

Porque se me ha pedido que haga cono- 



72 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


cer públicamente mi opinión sobre ese 
problema ; porque la labor que en mí han 
sufrido mis ideas sobre el feminismo 
(obra de una evolución que por no haber 
sido provocada artificialmente- es menos 
sospechosa de snobismo) llegó a rebasar 
los límites de aquella zona que no impo* 
ne sino pasividad y tomando todos los 
caracteres de esas ideas fuerzas que en- 
gendran el dinamismo de la acción, me 
impuso el deber de romper un silencio 
que podría parecer aquiescencia a tesis 
que no comparto. Por eso he venido. 

Vengo, trayendo el saludo de la mu- 
jer de una época que declina, a la mujer 
de una época que empieza a vivr. Vengo 
trayéndole, junto con el recuerdo de los 
tiempos idos, la herencia del presente» ri- 
co en promesas y rico en realidades. 

Desde la posición en que el tiempo me 
ha colocado, contemplo hoy un ilimitado 
horizonte y quiero hacer partícipes a 




sus 


DERECHOS POLITICOS 


mis hermanas más jóve 
espirituales, del magníi 

Por allá, por entre las de occi* 

dente, se esconden los tiempos d*e Isabel 
la Católica, de Juana de Arco, de Catali- 
na de Rusia, de Catalina de Médicis, de 
Isabel de Inglaterra. Ellas, astros de pri* 
mera magnitud, brillan aún, como si su 
luz, cual la de las estrellas que en los cie- 
los se han apagado hace miles de años, 
nos alumbrara aún, mucho tiempo des* 
pues de que la muerte les diera destino 
ignorado. 

A su lado ... ni el polvo de esas nébu- 
las que el telescopio más potente aun es* 
tá por descomponer en sus unidades. No 
hay mujeres. Nada acusa su individuali- 
dad. Han vivido oscuras, austera, serena 
o licenciosamente su destino. Fueron hi* 


jas, fueron hermanas, fueron madres de 
¡hombres. El hombre las absorbió porque 
su evolución fué más rápida que la de su 
compañera. Esta permaneció en la infan- 


74 


LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


«ia, mientras aquel llegaba a la edad vi* 
ril. 

La tiranía del más fuerte, que dio ori- 
gen a las instituciones monárquicas, si 
no pudo impedir que muchos hombres de 
oscuro origen, rompiendo los moldes 
estrechos que los aprisionaban, conquis* 
taran posiciones de excepción, mantuvo a 
la mujer en una órbita cuyo centro pare- 
cía definitivamente ocupado por el hom- 
bre. i ! 

Ahora, de por allá, de entre las bru- 
mas del ocaso, parecen querer yolver al 
presente dejando su investidura guerrera 
y modernizando su política, las heroínas 
de otras épocas, mientras por oriente aso- 
man nuevas constelaciones. Mas no son 
nébulas irreductibles las que las acompa- 
ñan: la democracia, que favoreció la evo- 
lución de la personalidad masculina, no 
ba dejado de producir como de rechazo 
sus efectos sobre 'el elemento femenino, y 
la mujer que sobrepasa en su actividad 




SUS DERECHOS POLITICOS 


los límites aquellos que le impusieron sus 
deberes de ama de casa, no es ya hoy una 
excepción, sino la regla general. 

Y no podría ser de otro modo : la civi- 
lización al marchar con una velocidad in* 
creíble» desplazó de la casa familiar, pri- 
mero las actividades del hombre, para ha* 
cer luego casi otro tanto con las de la 
mujer, y ésta, en cambio, debió intensifi- 
car su preparación intelectual para po* 
nerse a tono con la época, para ser digna 
esposa de un hombre, no ya guerrero, si- 
no cultor de las letras, de las ciencias u 
obrero instruido por la asistencia escolar 
o por la propaganda de asociaciones, pe* 
riódicos y conferencias. Bebió intensifi- 
car también su cultura, para ser madre 
en cuerpo y en espíritu de los hijos naci- 
dos para un destino superior. 

Y así, una misión nobilísima se creó pa- 
ra la mujer como el mejor sustitutivo o 
complemento de su papel de reina del ho- 
gar: el ejrcicio del magisterio. Fué así co‘ 



'76 


l-A MUJER URUGUAYA RECLAMA 


mo -empezó a intensificarse la dedicación 
de la mujer a la enseñanza. 

¡Enseñar! ¡Qué placer enorme se ex- 
perimenta cuando se ve cómo gracias 
al arte que se pone en ello, la tos- 
quedad se transforma en armonía, la 
aridez en fecundidad, el germen ra- 
quítico y mezquino en arbusto fuer- 
te y promisor, o cómo el pequeño ser 
privilegiado por la herencia se desen- 
vuelve libre de trabas y presiones que 
pudiera torcer el destino que le fija la 
propia naturaleza 1 

Pero, la mujer maestra no puede ser 
por siempre jamás una simple ejecutora 
de planes concebidos por cerebros mas- 
culinos ; ella exige que se le permita in- 
tervenir con el fruto de su experiencia o 
el de su mayor comprensión de los pro- 
blemas relativos a la niñez, en lo orienta- 
ción de la enseñanza, ya desde los insti- 
tutos directamente encargados de ello.. 



sus DERECHOS POLITICOS 


ya desde las bancas do la representación 
nacional. 

Y que hace falta allí, lo dicen clara- 
mente los hechos. ¿Por qué duermen to* 
davía esperando sanción, proyectos de re- 
glamentación del trabajo de las mujeres 
y de prohibición del trabajo de los ni* 
ños? ¿Por qué cuesta tanto conseguir la 
modificación de la Ley de Educación Co- 
mún de 1¿8S2, apenas corregida por leyes 
posteriores en limitadísimos aspectos? 
En 47 años que aquella tiene de existen- 
cia no encontraron los varones tiempo ni 
fórmula oportunos • para modernizarla, 
poniéndola en el mismo plano que las de- 
más leyes sociales? 

Es que el hombre no ha podido sentir 
tan bien como la mujer el problema de ls 
enseñanza primaria. Es que el hombre 
adulto está mucho más lejos del niño cine 
la mujer. 

Es que en ésta, siempre hay juventud 
para convivir con el niño, intuición para 



78 


LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


sentirlo, cerebro para pensar por él y 
en él. . - | 

¡Es que el principio de la especializa* 
ción de funciones reclama a la mujer pa- 
ra la integración >d'el Parlamento, a fía 
de que los problemas educativos relacio* 
nados con la infancia sean tratados por 
quienes por esencia llevan en sí la voca- 
ción para estudiarlos y resolverlos con 
acierto y a quienes no se les puede negar 
capacidad para ponerse intelectualmente 
a la altura de ese cometido, aunque quie- 
ra negárseles el que ya estén preparadas 
para ello. 

Es asombroso el abismo que existe en- 
tre lo que se ha progresado en materia 
de enseñanza secundaria y superior, en 
materia económica y social y lo poquísi* 
mo que se ha legislado con respecto a la 
instrucción primaria. Es más: las tentati- 
vas de reforma a esta última parecen re- 
sentirse de la falta de seguridad que da 
el conocimiento pleno de lo que ello debe 



SUS DERECHOS POLITICOS 


ser, por lo cual vemos que se pretende 
ducir cada vez más su campo, liasta el 
punto que ja se piensa en restarle un año 
para entregarlo a la escuela prevocacio' 
naL derivación o antesala de la Enseñan- 
za Secundaria, después de haberle resta* 
do varios, reduciendo el minimun de edad 
para ingreso a aqulla. 

Urge llevar al Parlamento a la mujer 
para que haga oír oportunamente su voz 
siempre que esté de por medio el porve- 
nir de la Escuela Primaria; para que 
oponga sus argumentos, a los de los que 
por estar muy lejos del niño no lo ven 
con sus verdaderos atributos o para que 
refuerce con su voto inspirado en la Cien* 
•cia v en la experiencia el voto de los 
hombres qne abarcan bien el probl ema 
educativo. 

No pedimos ese derecho para conquis- 
tar posiciones con fines de lucro o de 
ambición; bien sabemos que las cargas 
que nos echaremos sohre las espaldas se* 



80 LA fflUJER URUGUAYA RECLAMA 


rán más que los laureles con que ador- 
paremos nuestras frentes. 

¡Pero, ha llegado ©1 momento histórico 
de afronta^ esa nueva misión. 

Que llegue en buena hora. Culmi- 
nan ya ©n nuestro cielo las estre* 
lias que marcan rutas; otras aparecen 
por el Oriente, mientras desde allá, desde 
el ocaso parecen querer volver a nuestros 
días las heroínas de otras épocas. Pero 
no volverán; no pueden volver: su era 
ha terminado. 

Yo, desde la posición en que el tiempo 
me ha colocado, saludo a éstas rindiendo 
en ellas homenaje a los tiempos de la con- 
quista guerrera, del predominio de la 
fuerza armada, del reinado de la astucia 
y la fiereza, porque fueron las que prepa- 
raron el advenimiento de una época me- 
jor. 

En ésta que se inicia, salud'o con to- 
das mis simpatías a la mujer que, sin per 
der su feminidad, antes por el contrario, 



SUS DERECHOS POLITICOS 


81 


dándolo una armonía de formas que no 
sospecharon las generaciones pasadas, 
quiere que se crpandan en su propio ser 
las flores del corazón y las del cerebro 
para que ellas en conjunción con las del 
espíritu masculino den los más óptimos 
frutos. 

Paso a ellas. 

Leonor Hourticou. 




1 



Cristina Dufrechou 

Ex-Miemoro del Consejo de Enseñanza Primaria y 
Normal. — Primera M'.jer Inspectora de Escuelas 
del Departamento de Hontex ideo. 



Evolución económica de la mujer 


Señores : 

Dotadas de un gran sentido práctico, 
las mujeres del Uruguay, en estas últi- 
mas décadas., han seguido la evolución de 
su época, capacitándose para colaborar 
en todos los órdenes de las actividades 
económicas, sociales y políticas. 

Han desenvuelto su personalidad en 
las técnicas científicas, egresando de las 
Facultades Superiores o bien de las aulas 
normales, con excelentes valores para 
ejercer con éxito sus profesiones. Algu- 
nas de las que revelaron condiciones su- 
periores de intelecto e iniciativa, pasaron 
a ocupar cargos de responsabilidad en 
las Corporaciones nacionales y departa* 
mentales de Instrucción Pública, en la 



86 


LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


Sociedad de las Naciones como Delegadas, 
en el Decanato de la Universidad de Mu- 
jeres, desde su fundación, en las aulas li* 
cales y docentes, en las Clínicas de los 
hospitales, en las Asociaciones de protec- 
ción a la infancia y en las Ligas de tenr 
planza. 

Muchas otras, a quienes las dificulta 
des de la vida apremiaron para afrontar 
las responsabilidades de su hogar, se in- 
corporaron a la Administración Pública 
para ocupar er. los Ministerios y sus de- 
pender ras. en los Bancos nacionales y 
estron.i-r:- ,-n las Oficinas de Coi-reos y 
Telégrafos, ios cargos de Jefe de Sección 
y de Aun i lia res. con igual pundonor y 
competencia, que ios demás funcionarios 
hombres- 

Para algunas decenas de jóvenes, cu- 
yos padres se han enriquecido en la in- 
dustria o en el comercio, hay millares y 
millares de mujeres en el país que deben 
¡a su instrucción y a su emancipación re- 



SUS DERECHOS POLITICOS 


8 


lativa, la satisfacción de ganarse digna m 
noblemente su vida. No hay barrera 
prejuicios, Que su tenacidad* y valor no 
haya franqueado, en el cuadro actual de 
la sociedad, que se estabiliza sobre la 
igualdad de los sexos en su acción inte- 
lectual. 

Es del dominio de tocios, que en el co- 
mercio, la mujer ha adquirido lugar pre- 
ponderante, ya en la dirección de sus li- 
bros o en el detalle d • sus ventas. 

Con virtualidades artísticas, otra élite 
de mujeres, nos revela una emotividad 
original y talentosa, en sus obras litera- 
rias y musicales. 

illas, sobre estas actividades moder- 
nas, la enseñanza sigue siendo el 
campo fecundo de acción de las que 
consagran con fe y entusiasmo su vi- 
da, a tonificar y ampliar las cualidades 
de la raza. La escuela extiende cada vez 
más su esfera de influencia sobre la mu* 



88 


LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


jer, cautivada por sus ideas, sus aspira* 
dones y sus ideales de educación. 

Los hechos lo constatan: el profesora* 
do de las escuelas públicas y privadas de 
toda la República, alcanza a 4.000 muje- 
res que constituyen los nueve décimos 
del personal enseñante. 

Mañana se irán duplicando, triplican- 
do, en vigorosa renovación. Sobre las dos 
mil que asisten a la Universidad de Mu- 
jeres y al Instituto Normal de Señoritas, 
se desplazan otras millares de estudiantes 
libres en las Bibliotecas y Museos, que 
¡confinarántambién al profesoraJdo- Acaso 
su número y su gran concurrencia las obli- 
gue a dispersarse más tarde por falta de 
cargos, pero en la cultura adquirida, en* 
centrarán otras tantas direcciones para 
poner a prueba .su espíritu, en el ejercicio 
de actividades afines. ¿Que adaptación 
nueva d'e su feminidad no serían capaz 
de realizar las mujeres para incorporarse 
a las actividades del mundo moderno? 




SUS DERECHOS POLÍTICOS 


89 


No quedan ya instituciones en nuestro 
país donde la mujer no preste la colabo- 
ración de sus aptitudes. Y aunque no he* 
mos llegado, como en la Rusia soviética, 
a enrolar las mujeres en la policía, su ac- 
tuación en la Sanidad Militar y en la In* 
tendencia del Ejército les adjudica los 
grados del escalafón militar. 

El contagio del trabajo gana todas las 
clases sociales y como los 20.000 obreros 
que trabajan en la producción de nues- 
tros talleres y fábricas toda la jornada, 
las jóvenes de posición desahogada co- 
laboran en las obras sociales de benefi* 
cencía, sin dejar entorpecí' la fineza de 
sus espíritus, por una enervante ociosi- 
dad. 

Una gran transformación moral ha se- 
guido a esta generalización del trabajo 
en deber, adquiriendo las mujeres un sen- 
timiento tan elevado de su dignidad y 
una conciencia tan clara de sus deberes y 
derechos, que las obliga a desdeñar toda 



90 


LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


protección económica, en la plenitud de 
sus aptitudes. 

¿Cómo hacerse obedecer pasivamen- 
te, ante ellas, que el hábito gene- 
ralizado de la reflexión y el trabajo, 
da el dominio de si y el poder de persua- 
sión, que lleva la suavidad de las costum- 
bres a la paz de los hogares ? Solo la men- 
talidad fatigada o la ineoneiencia de la 
raza latina, puede seguir agraviándolas 
con la depresiva subordinación y depen- 
dencia de sus derechos naturales. Las 
mujeres del Uruguay, como las de Ro- 
dín, pueden erguirse en su evolución eco- 
nómica, porque llevan el sello de su so- 
beranía en la plenitud de sus frentes, sin 
que todas las luchas, las aspiraciones y 
los trabajos que agitan a los demás hom- 
bres sean extraños a su pensamiento. 

Los 'Constituyentes de 1'917 al revisar 
nuestra carta magna, conscientes de los 
intereses especiales y generales, que el rol 
social de la mujer representa en el régi- 


SUS DERECHOS POLITICOS 


91 


men de nuestra democracia, incorpora* 
ron el art. 10 de la Constitución, como el 
más amplio pórtico que podrían erigir 
nuestros legisladores a la justicia hu- 
mana. i 

Ante ese pórtico, el centenario de nues- 
tras Instituciones formulará su juicio de- 
finitivo, sobre el templo de los espíritus 
nacionales, la comprensión del humanis- 
mo de sus sociólogos y juristas y el pro- 
greso moral de nuestra legislación. 

Van a pasar, en su civismo, los señores 
legisladores, por un momento decisivo, 
en la integración o desintegración Se va- 
lores de la soberanía nacional. 

Ante el derecho moderno de los pue- 
blos anglo-sa jones, germanos, eslavos y 
escandinavos, que acuerdan a sus 40 mi- 
llones de mujeres, las atribuciones que 
les corresponden en el orden civil y po- 
lítico nuestra democracia, que se enc^vu* 
llece de sus prácticas electorales, no pue- 


92 


LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


de todavía ostentar la verdad íntegra y 
completa del sufragio universal. 

Cristina Dufrechou. 



Dra. Elisa Barros Daguerre 

Médico — Asistente de la Clínica Obstétrica 
Profesora de Enseñanza Secundaria 



Los ideales de la feminidad han 
cambiado — 

Todos sabemos* de la mutabilidad de la 
vida. Cambia rápidamente, y con ella 
cambian también loa ideales de feminidad. 
Nuestro deber es ajustar nuestros sueños a 
la realidad. 

Las zarzas de nuestro camino desapa- 
recerán, los obstáculos que a nuestro pa* 
so se presentan serán vencidos, siempre 
que procedamos con inteligencia y buena 
voluntad. 

No hay goce mayor que el de la madre 
al contemplar al hijo que acaba de dar £ 
^uz ; pues bien, nuestras obras son nues- 
tros hijos, y no hay para nosotras mayoi* 
placer, que el de realizarlas con toda per" 
fección. 



96 


LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


Y digo nuestras obras sin ninguna mo- 
destia, porque desde que la mujer es ser 
humano, y culto, por añadidura, tiene y 
debe tener la aspiración suprema de ser 
útil, de dar el mayor rendimiento a la 
humanidad en general “amenguando to - 
‘¿los los dolores» y aliviando todas las mi- 
serias”. 

Pero las mujeres del Uruguay que sen- 
timos con la misma o mayor intensidad 
que las de otros países, que somos lucha- 
doras incansables y que lo seremos cada 
día más, que hemos cultivado en lo posi- 
ble nuestras inteligencias, soportamos las 
mismas cargas que pesan sobre los hombres, 
cumplimos con las mismas obligaciones, pe- 
ro no tenemos los derechos políticos que 
expresan los sentimientos de la voluntad 
nacional, — corno se dice corrientemente, — 
do modo que en eso colectivo que es na- 
ción no entra .para nadn la opinión de las 
mujeres uruguayas, y en cambio se consi- 



SUS DERECHOS POLITICOS 


97 


dera válido el voto del analfabeto y del 
alcoliolista* 

La mujer debe obedecer las leyes co* 
mo los hombres, pero no puede interve- 
nir en la construcción de ellas. He ahí el 
grave error de nuestra legislación actual, 
pues hay leyes que para ser justas no 
pueden ser hechas sin la colaboración de 
la mujer, porque hay situaciones en la 
vida que no pueden ser sentidas por los 
hombres como por nosotras. 

Es imposible que las leyes relacionadas 
con la maternidad, por ejemplo, sean 
bien hechas ni aun por los mejores honr 
bres, aunque estén dotados de la mejor 
buena voluntad. 

Ellos no pueden llegar como nosotras 
al corazón angustiado de la madre, que 
al contemplar al hijo que acaba de nacer, 
piensa en la herencia sifilítica que trae 
en su sangre, en el alcoholismo que tam- 
bién lo cerca, y en la miseria que vendrá 
para madre c hijo porque el padre domi' 



98 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


nado por los vicios ya ni piensa en tra- 
bajar. ¿ : : i 

Ellos no pueden llegar como nosotras 
llegamos todos los días y con toda emo* 
ción, al corazón inquieto de la mujer sol- 
tera, que después de haber pecado, expo- 
ne su vida para evitar el repudio de la 
sociedad. 

Y cuando el instinto materno grita más 
alto que las conveniencias sociales, en- 
tonces debemos unirnos todos, hombres y 
mujeres, para ocuparnos de la protección 
legal y social de las madres solteras. 

Y debemos seguir unidos todavía para 
luchar por la protección del niño- Consi* 
derar al niño desaraparad'o como nuestro' 
hijo o nuestro hermano, y luchar para 
crear en él un cuerpo fuerte y un espíri- 
tu sano, capaces de prepararle un porve* 
nir claro y luminoso. Y al mismo tiem- 
po que conseguirnos para él un bienestar 
futuro, preparemos un elemento social 


SUS DERECHOS POLITICOS 


99 


que puede ser una bella promesa para la 
humanidad. 

Y cuando llegamos hasta la pieza de la 
mujer obrera, único sostén de sus hijos, 
no estudiamos sólo al enfermito por el 
que nos han llamado, sino que hacemos 
también el examen de ese hogar y de esa 
madre, llegamos hasta su corazón, nos 
hermanamos con ella, y entonces .sentí* 
mos más que nunca nuestra falta de in- 
fluencia en la elección de los Poderes 
Públicos, porque reconocemos que esa po* 
bre mujer está desamparada. 

Ella es todo el apoyo que esos niños 
tienen en la vida y tiene que abandonar 
los diariamente, sanos o enfermos, con el 
corazón destrozado, para ir a la fábrica, 
porque ella bien sabe que su falta al tra- 
bajo es sinónimo de la falta de pan en la 
mesa de sus hijos. 

Todas estas miserias de la vida, de tan- 
tas mujeres desgraciadas, las sentimos 
nosotras hondamente. En nuestro doble 



100 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


papel de mujeres y de médicas, estamos 
en mejores condiciones que muchos hom- 
bres para comprender y sentir que a pe- 
sar de todo lo hecho por nuestros gran- 
des estadistas, queda aún mucho por ha- 
cer en £a.vor de la mujer y del niño, no 
por falta de capacidad ni por falta de 
buena voluntad ; sabemos que estas dos 
condiciones abundan en la mayoría de 
nuestros dirigentes, sino sencillamente por- 
que ellos no pueden llegar como nosotras 
a palpar intimamente la lucliu intensa, 
constante, de lo mujer obrera, sobre todo, 
do la mnjer-mndre. 

Y en este tcrrvmo, nosotras nos consi- 
deramos también con fuerzas para cola- 
borar con los hombres en el mejora mien- 
to de esa Incluí tenaz a que la mujer se 
ve nb 1 da d’-.'.de el momento supremo, 
en que debe comprender que el hijo que 
recién llega a la, vida, viene imponiendo 
derechos, mientras qir.: peni ella empie- 
zan sagrados deberes o cumplir, deberes 



SUS DERECHOS POLITICOS 


101 


que se duplicarán si el marido o el padre 
de su hijo ha huido, alejándose de los de - 
redi os que a él ta 'bién le reclama el ni- 
fio que nace, y que se traducen en debe' 
res tan sagrados como los de la madre. 

Sin embargo, ese hombre que abando- 
na a su mujer y a su hijo dejándolos en 
completa miseria material y afectiva, ese 
hombre que no sabe cumplir con el deber 
de padre, goza en nuestra legislación de 
todos los derechos políticos y puede con 
su voto decidir los rumbos de nuestro 
país • . . ! 

Doctora fihsa Barros Dagiierre. 





Doctora Elvira Harto reí ¡i 

Abogada 



Diferencias jurídicas que importan 
inferioridad en la mujer profe- 
sional — 


La misión conferida es muy granel'?, 
quizá superior a mis fuerzas, pero cuando 
la savia joven circula por nuestras venas, 
unas veces el entusiasmo y otras la ñau- 
sa nos impulsan a desempeñar una acción 
más grande y generosa que la empresa 
misma. Muchas mujeres se han graduado 
con título de abogado, más de quince, y 
algunas de ellas con títulos muy superio- 
res a los míos para ocupar esta tribuna 
de honor, pero la veleidad’ de la suerte 
ha puesto en mis manos la representación 
de la Facultad de Derecho. 

Como mujer profesional, había definido 
el mundo que tenía por delante como un 



106 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


complejo algo armónico en su faz superfi- 
cial, pero pude darme cuenta a medida que 
profundizaba que llegaba muy fácilmente a 
descubrir multitud de absurdos que no só- 
lo obstaculizan el libre ejercicio de la 
profesión de abogado en la mujer, sino 
que limitan sus funciones como si en el 
curso de sus estudios hubiera sid'o exi- 
mida de la prestación de ciertos exáme- 
nes o de la concurrencia a ciertas clases. 

Nada de eso, todo se ha seguido por 
igual. ¿Pero qué es lo ocurrido* entonces? 

Un vicio de construcción, pero que a di- 
ferencia del ser humano contra hecho, 
puede rehacerse. 

'Me refiero a las leyes fundamentales de 
nuestra legislación, al Código Civil y sus 
derivados. 

No iré más que a uno de los puntos im- 
portantísimos, porque los demás serán ob- 
jeto de comentarios aparte. 

Tocaré sólo la irritante desigualdad en- 



SUS DERECHOS POLITÍCOS 


107 


tre hombres y mujeres en materia de Po- 
deres. 

El artículo 155 del Código de Procedi- 
miento Civil dice: “Puede ser procurador 
todo hombre que tenga 21 años de edad ; 
las mujeres sólo pueden serlo por sus as- 
cendientes, descendientes o por sus mari- 
dos”. 

Aquí está la definición y el límite: as- 
cendientes, descendientes y el marido, na- 
da más. 

De modo que la mujer abogado, en la 
práctica no puede ser apoderado más que 
en los muy excepcionales casos indicados. 

Posiblemente mis compañeras abogadas 
han tenido, más de una vez. que rechazar 
la propuesta de un poder. 

¿-Por qué? Porque a nuestros legislado- 
res les pareció más cómodo y práctico que 
la mujer abogado ejerciera su profesión 
retaceada. 

¿Y qué argumentos son valederos para 
ellos y contra nosotras? La insuficiencia 



108 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


de mi inteligenca no alcanza a descu* 
brirlos. Pero en la práctica frente a mis 
clientes no lie tenido más remedio que de- 
defenderme. 

¿Que so nos ofrece un Poder? Muy bien, 
contestamos, y aquí vienen los argumen- 
tos falsos que tenemos que dar a nuestros 
clientes. 

“Mire, señor o señora, no hay necesi- 
dad d'e Poder, para qué, está bien solo la 
firma letrada, usted o ustedes firmarán 
conmigo y así tendrán una intervención 
más directa en el juicio . . . 

No los convenzo por este lado, por 
que arguyen que si han venido a mí es 
porque tienen confianza en que yo les 
trámite todo con la mayor honestidad. . . 

Entonces recurro a otro argumento, y 
va: No hagamos poder porque sin él obra* 
mos más económicamente, se evitan los gas- 
tos de la escritura. • - 

Me fracasa también el argumento de or- 
den económico, porque a la gente no le im- 



•US OCRtCMOS POLITICOS 


10 * 


porte gastar $ 30-00 j son vana* mu «xa 
para asustarlo* donde hay en 
jurfo varios miles. 

Voy a ua tercer medio de defensa <juí 
no siempre puedo aplicar, cual «a el de pe* 
dir ai »>n varias las concurrentes, que se le 
confiera poder a uno de «líos para actuar 
bajo mi dirección. 

Pero desgraciadamente, es imposible en* 
centrar armonía en un caso de varios here- 
deros. Ustedes se preguntarán i por qué en- 
te doctora no dice la verdad t Muy fácil 
contestar : me da cortedad poner a la faz de 
personas medianamente cultas y aún ante 
las caltas y poner de relieve un olvido de 
nuestros hombres en la confección de las 
leyes - - 

También puede la gente decirme; usted 
no tiene titulo completo,, porque como el 
doctor X nos recibe el poder? 

Y heno6 aquí, entonces, expuestas a 
perder al cliente, cosa muy dolorosa por 
cierto, o sino a poner nuestra firma, más 



110 LA MtJJTR URUGUAYA RECLAMA 


o menos elegante* pero sí muy responsa* 
ble, al laclo de un garrapato, que no es 
más que una caricatura de letra, pero 
que, sin embargo, le da a nuestra firma 
el valor de que carece cuando está sola. 
El que no sabe leer ni escribir , pero que 
u duras penas aprendió a dibujar carac- 
teres que el vulgo llama ■ firma, fíenle sin 
embargo, el privilegio de dar realce y 
fuerza a la firma de una mujer abogado. 

Lástima grande que la brevedad del 
tiempo me impida analizar la importantí- 
sima diferencia que a este respecto existe 
entre la materia civil y la penal y las doc- 
trinas concernientes. 

El tiempo urge y la solemnidad del acto 
lo exige. 

■Pero aún me queda un segundo, para re 
clamar a las mujeres presentes la coopera - 
ción y la armonía que es la base de toda or- 
ganización perfecta y grande, y a'íos hom- 
bres representantes de los altos poderes que 
me escuchan, la gracia de conceder lo que 



SUS DERECHOS P<5UTICOS 


111 


está en sus manos dar; no es una dádiva 
exigida por la miseria de nuestro am- 
biente, sino un gajo del enorme árbol de 
la justicia que se debe doblar a manera 
de acodo para que hundido en la tierra 
germine brotos maravillosos. 

Los mujeres estudian, trabajan, cum- 
plen sagrados deberes: al voto concedido, 
si no le quieren llamar justicia, no será 
más que una recompensa a los servicios 
prestados. 

A igualdad de cargas, iguales derechos. 
He dicho. 

Doctora Elvira V. MartoreUi. 




Laura Cortinas 

Celebrada Escritora Nacional 



La mujer escritora — 


Confieso sinceramente, qne hasta el 
I resente poco me había interesado en la 
conquista de los derechos políticos de la 
mujer, acostumbrada quizá a nuestro hu* 
millante rol pasivo frente a las intensas 
luchas cívicas, y sólo con curiosidad re- 
lativa he seguido el movimiento feminista 
de otros países en ese sentido. 

Pero, teniendo en preparación un libro 
que llamaré “Mujer”, buscando solacio* 
nes a muy dolorosos problemas sociales 
y sentimentales, he tenido que estudiar 
para su documentación, todo lo que se ha 
legislado sobre la mujer, y, en la medita- 
ción de dichos problemas* los derechos 
civiles han sido mi obsesión, en cuya des- 
igualdad con respecto al hombre he creí* 



116 LA MUJER URUGUAYA RECLAM/ 


do encontrar el origen de muchos males 

Y, cómo conseguiremos nuestros dere- 
chos civiles, mientras el hombre siga sien- 
do el único legislador?... Ante esta in- 
terrogación me ha sorprendido este sim- 
pático movimiento que se desarrolla en 
nuestro país, reclamando los derechos polí- 
ticos de la mujer, y de inmediato he com- 
prendido dónde estaba la solución largo 
tiempo buscada; “en el voto propio”, por- 
que, como ha dicho un famoso legislador: 
“tener a las mujeres fuera de las salas 
de voto, donde todo se proyecta, y fuera 
del Parlamento, d'onde todo se resuelve, 
es destinarlas por anticipado a sép sacri- 
ficadas”. 

Por eso, al ser invitada a tomar parte 
en este acto pro sufragio femenino me 
he adherido a él con simpatía, con- 
secuente con mi característica invariable, 
sinceridad de pensamiento y de acción,, 
y frente a vosotras mujeres uruguayas 
que me escucháis, os digo: luchemos uni- 



SUS DERECHOS POLITICOS 


117 


das para conseguir nuestros derechos ci* 
viles y políticos, ya que la unidad, secrnn 
Ingenieros, es una manera de 
reaccionar siempre homogénea y 
ante. 

Dejemos de lado la inferioridad mental 
la mujer tan pregonada con absurdas 
tejidas científicas, deprimentes para la 
nitad del género humano madre de la 
o;ra mitad, ya que en nuestro electorado 
fguran hasta analfabetos, a quienes, se* 
jura estoy, no se les habrá tomado aún 
e. peso de su cerebro buscando equiva- 
lencias. 

Sólo* la mujer permanece excluida de 
ese concierto que llaman Universal, aun - 
que enmudezcan en él la mitad de los ins- 
trumentos ; sólo la mujer permanece al 
margen, apartada o quizá simplemente 
alertagada, como la Bella Durmiente del 
Bosque, en espera del Príncipe que ha de 
despertarla de su largo sueño... y ese 
Príncipe, que podría ser el Stuart*Mill 



118 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


del Uruguay, si apareciera, ese ivaliente le- 
gislador compatriota, que al quemar sus 
egoísmo.* del más fuerte en el altar de las 
reivindicaciones ofreciéndole a la mujer, 
que ha sido creada para ser su compañe* 
ra. el derecho de equipararse al último 
ciudadano de su país, defendiendo su de 
recho al voto, ese Príncipe, ese legislador, 
merecería bien de la patria y obligara 
para siempre nuestra devoción. 

En el año 1S48, al proclamarse el Su 
fragio Universal en la Cámara Francesa 
Mr. Yictor Considerant, famoso parla- 
mentarista de la época, fué el único entie 
los cien miembros de aquella memoralle 
Asamblea- que levantó su voz en defeisa 
del voto femenino y reclamando su con' 
sagración, dijo: “en una Constitución 
que se admite el derecho del voto para 
los mendigos y hasta para los criados, 
es inconsecuente e injusto no admitirlo 
para las mujeres. Si la mujer debe some- 
terse a la ley, justo es que ella tenga tanr 



sus 


DERECHOS POLITICOS 


119 


bién parte en. su elaboración . . . Pero, 
Víctor Consiclorant, no fue reelegido. Va- 
ya esta sinceridad documentaría, para 
nuestro Stuavt-Mill. No vacilo en ofrecér- 
sela, porque confío en el valor de la 
Raza. 

Se objeta a las reivindicadoras, que la 
maternidad se opone al ejercicio de los 
derechos políticos; por la brevedad del 
tiempo solo citaré un caso entre mil: Ma- 
ría Teresa de Austria era Reina, tuvo 16 
hijos, lo que no le impidió ser un gran 
Jefe de Estado. 

Por lo demás, ¿acaso todas las muje- 
res tienen la parte que les correspondería 
al amor y a la protección del hombre ? . . . 

El hombre ha nacido con un privilegio, 
el saber olvidar. ¡ Cuántos compromisos 
se rompen después de largos años de 
constante ternura de parte de la ama- 
da!... y que la veleidad masculina jus- 
tifica con una simple expresión: “incom- 
patibilidad de caracteres”... y esa po- 



120 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


bre niña, ya en el límite de la primera ju* 
ventud, perdida su fe en el amor y en el 
hombre, queda frente a la vida, sin el 
compañero elegido, quizá sin padres, sin 
hermanos, indefensa en sus derechos, y 
con una pesada carga de deberes. 

Yo defiendo en libro “Mujer”, el de- 
recho de ser madre, o más bien dicho, la 
maternidad como única afinidad posible 
de demostrar, y como una gran misión del 
sexo. Yo defiendo en mi libro, el derecho 
de igualdad en el nacimiento, y el respe* 
to y la consideración para la madre sol- 
tera, y defiendo esos derechos* ante la 
propia conciencia femenina muchas ve* 
ces acusadora, contra prejuicios milena- 
rios, reclamando de todas las mujeres, 
una gran solidaridad comprensiva y una 
gran solidaridad afectiva, frente a los 
problemas de nuestro sexo. 

Otra de las causales que .se arguyen 
contra el derecho al voto femenino, es el 
de que ella no es apta para el servicio mi* 



sus 


DERECHOS POI-l'BHf* $ 


litnr. ni pura la guerra. Y no lo es efec- 
tiva mente, porque su misión no es de 
destrucción ni de muerte, porque hnbien 
do nacido la mujer con el privilegio de la 
prolongación de la especie, 
dar su vida a cambio de otra 
su hijo. Por eso su misión es 
de amor. 

No quiere el voto la mujer para votar 
costosos armamentos, ni equipos de gue- 
rra ; ella ba de defender la vida de su hi* 
jo, de su marido, de sus hermanos, más 
que a su propia vida. No quiere el voto 
la mujer para votar fabulosos emprésti- 
tos, la mujer es ecónomá; ya se quisieran 
muchos financistas saber defender núes* 
tros millonarios presupuestos, como de- 
fienden y estudian las madres de familia 
sus modestos presupuestos, muchas ve - 
ces gravados por los vicios de sus com- 
pañeros, muchas veces cubierto con su só* 
lo esfuerzo. Quiere el voto la mujer para 
votar tan sólo leyes de defensa social, de 



122 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


protección a la infancia, a la madre, re- 
presión del alcoholismo, etc., y, final* 
mente, quiere el voto la mujer, por una 
razón sentimental, para defender en las 
urnas la causa de sus simpatías. 

Yo de mi sé decir, que he acompañado 
siempre a mi padre, a mis hermanos, con 
el corazón y con el pensamiento, y con un 
secret-o dolor: la imposibilidad de deposi* 
tar mi voto junto al de ellos, porque he 
tenido fe en mis grandes afectos para el 
bien de la patria. 

Y eso es la mujer.- Fe, Amor... y eso 
,es lo que hace falta agregar a nuestras 
luchos cívicas, un poco de paz, un poco de 
ternura, que eso es ser mujer; es la sabia 
tendencia de la reconstrucción, al decir 
de Argüv?llo: las dos mitades, que sin- 
tiéndose estériles en su aislamiento, tie- 
nen al propio tiempo el ansia de la ferti- 
lidad Es la duplicidad de la apariencia 
ansiando transformarse en la unidad de 
la esencia. 



SUS DERECHOS POLITICOS 


123 


Una lacedcmonh que estaba puesta en 
renta, ni preguntársele qué sabía hacer, 
respondió: “Sé ser libre’ 1 . Ot,ra< ante la 
misma pregunta, respondió: “Sé ser 
fiel”. Y eran esclavas. 

Corno la laccdemonia de la historia, 
ojalá pudieran responder todas las lizfti- 
jeres al escribir su nombre en el padrón 
electoral, si alguien le preguntara Mujer, 
i qué sabes hacer tú? “Sé ser libre”; # fSé 
ser fiel”. V. rr 

Laura Cortinas. 





Luisa Hachado Bonet de Abella 
V Escobar 

Primera uruguaya escribano público 




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i 5*v > '5^"1* ! &*4pBk*9&* «Win tw prt 



128 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


mer impulso a refutar la naciente idea 
que viene a turbar su tranquilidad ruti- 
naria. 

Todavía domina al hombre el presenti- 
miento del peligro ante lo nuevo, y para 
vencer la propensión opresora del hábito 
necesita un gran esfuerzo espiritual. 

Solamente desfigurando la realidad, 
yo admitiría el esquema polémico que 
tiende a presentar al hombre como total- 
mente enemigo de lo nuevo, cuando se 
trata de Jos derechos civiles y políticos 
de la mujer. 

Mientras sean víctimas de ese automa- 
tismo, será tan antifeminista la mujer 
como el hombre. 

Las relaciones que existen entre ellos 
y nosotras no son en manera alguna de 
adversidad y de deseo de dominio; inter- 
viene en ellas una compleja multiplici- 
dad de elementos delicados, que es impo- 
sible desconocer. 

Las extraordinarias transformaciones 



SUS DERECHOS 


POLITICOS 


129 


de la cultura, de las necesidades de la vi- 
da contemporánea, han desvirtuado de 
tal modo los pseudo argumentos de los 
antifeministas que el problema del femi- 
nismo ha dejado de ser ya un problema. 

Y al reiterar mi afirmación de que en 
la inercia de una costumbre tradicional 
están nuestros peores adversarios, ofrez- 
co como prueba los resabios antidemocrá- 
ticos que aún existen en nuestra legisla- 
ción. 

Es asombrosa la cantidad de privile- 
gios y restricciones absurdas que figuran 

en ella. * 

V' 

Hay disposiciones en nuestras leves de -; 
irritante humillación para la mujer- 

Se hacen en las cátedras hermosas di- 
sertaciones sobre esas anomalías, se es- 
criben tesis, se presentan proyectos, pe- 
ro... la idea luce y los hechos quedan 
rezaigados. 

Esta es la mejor demostración de que 
nuestros derechos políticos son impres- 



130 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


cindibles. La mujer necesita que la re- 
presenten directamente en los Poderes. 
Sus intereses no siempre interesan al 
hombre. Lo que para ella tiene urgencia, 
para el hombre puede ser postergable. 

Siendo tan innumerables y tan injustas 
las disposiciones de nuestra ley civil, re- 
sulta difícil hacer el estudio de ellas en 
un espacio de tiempo tan breve. Citaré al- 
gunas de las situaciones más lamenta- 
bles en que la ley nos coloca : 

“El marido es el jefe y único adminis- 
trador de la sociedad' legal. El puede 
obligar y enagenar los bienes ganancia- 
les sin consentimiento de la mujer.” 

Bien: una mujer, que ejerce una profe- 
sión, industra o empleo, puede comprar 
durante el matrimonio un bien raiz con 
el producto de su trabaijo ignorando la 
hazaña arriesgada que hace. 

El marido, como único administrador 
de la sociedad legal, puede vender ese 
bien, sin consultar con ella, sin particr 



SUS DERECHOS POLITICOS 


131 


parle el resultado de la venta, sin entre- 
garle el precio del bien que ella compró 
con su propio dinero. ¡ Es un bien ganan- 
cal, él puede hacerlo, la ley lo permite 1 

En 1924, un diputado presentó un pro* 
yecto mejorando esa situación- Es muy 
justo, pero en la Cámara falta aún quien 
pueda activarlo sinceramente. No intere- 
sa a los legisladores. Las mujeres no tie- 
nen aún sus derechos políticos. 

Hasta resultan irrisorias las disposi- 
ciones civiles que con respecto a la mu- 
per se encuentran el Código : restriccio- 
nes para la esposa, para la madre ; venia 
marital para ejercer profesiones, para el 
comercio, pava contratar, para presentar- 
se en juicio, etc. 

Y todavía existen disposiciones como 
ésta: “Si el marido está ausente y no se 
le espera de pronto, o hay peligro un la 
tardanza o se niega a conceder la venia 
a su mujer, puede el juez en conocimien- 
to de causa, autorizar el contrato o de- 



132 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


ducir o contestar la demanda de que se 
trate.” 

¡ Qué optimismo ! ¡ En casos de urgen* 
cia, recurrir a un juzgado! 

Pero ahora lia llegado el momento de 
hacer una demostración de fuerzas para 
lograr la conquista de nuestras aspira- 
ciones. Esperamos que sea favorablemen- 
te decisivo el resultado, por la nobleza 
del propósito, la claridad de las razones 
y la firmeza de nuestra solidaridad. 
Escribano Luisa Machado Bonnet ele Ábe~ 
llá y Escobar. 





Adela Barbitta Colombo 


Periodista 


Miembro del Magisterio Nacional 



La mujer obrera; sus salarios — 


En el vasto conglomerado de las acti' 
vidades femeninas, merece especial aten- 
ción la mujer obrera, la que se dedica a 
esa agobiante labor de taller o fábrica, 
sin una remuneración eficiente, y lo que 
es peor, estableciendo una competencia 
ruinosa a sus compañeros de trabajo. 

Este estado de cosas perjudica a todos. 
No se beneficia nadie. El hombre tiene en 
la mujer una temible competidora, porque 
si bien la mujer es, en general, menos 
fuerte, .su trabajo es más regular y metó - 
dico. Es de temperamento más sumiso y 
hay mucho menos rieslgos de verlas re- 
clamando derechos, defendidas por un 
Sindicato. 

Agréguese a esto, lo fundamental: a la 



136 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


mujer se le paga la mitad o la tercera 
parte de lo que exige un regular obrero. 

¡El concepto de que a la mujer le es iir 
necesario un gran salario, arranca de la 
época del más feroz oscurantismo. Es el 
antecedente de esa idea general de que 
una mujer puede vivir con el equivalente 
de .esas piltrafas de caridad que se le pue - 
den tirar al perro o al loro, que ocupan 
un lugar más o menos prominente en la 
casa. 

'Esa es la tragedia de la mujer agrega- 
da, anexada, podemos decir, a su propia 
familia, en calidad de parienta pobre, o 
huérfana, recogida, o solterona por obli" 
gación. 

Son estas mujeres, resabios de aquella 
estúpida educación de generaciones ante* 
riores, que sólo preparaba a la mujer pa- 
ra el matrimonio. Nada más. Ni una de* 
fensa sólida contra las asechanzas eco - 
nómicas y de las ©tras, que nos tiende la 
Vida todos los días. 



SUS DERECHOS POLITICOS 


137 


Pero si la mujer no se casaba, o se que- 
daba viuda, o abandonada, entonces era 
esa cosa lamentable que todos conoce- 
mos: la protegida. 

Y bien: siguiendo ese orden de ideas, 
poco hemos avanzado en la materia. Aun 
trabajando y cobrando sueldo, rara vez 
la mujer puede emanciparse económica- 
mente. ¿Por qué? Porque esos sueldos 
son los estrictos “salarios de hambre" 
que crean esa esporádica legión de muje- 
res mal alimentadas, mal vestidas, mal 
«alojadas, j A-tal vividas, en fin! 

Obreras que vemos ir en caravana al ta- 
ller inhospitalario, sin higiene, sin confort, 
para ganar 0.20 o 0.30 centésimos diarios 
Tal vez un poco más. Puede que alguna pri- 
vilegiada llegue a ganar 1 peso. A cam- 
bio de esta mesnada sórdida, la obrera 
hace 4 viajes diarios al taller, permane- 
ce de pie 8 horas, cansa su vista, fatiga 
sus pulmones y todavía, que se conforme 
con esto. Pues hay algo peor. 



138 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


Muchachitas ilusas que van en banda* 
das a buscar briznas para ayudar al sus- 
tento del nido familiar, suelen volver a 
él, con la pena honda y lacerante, — hon- 
da por lo injusta, lacerante por lo hu- 
milde e impotente — de haber merecido 
las “atenciones” del patrón o del encar- 
gado ! 

Total, son carne de pueblo bajo y mi- 
serable. Y ante ellas, dignas de toda lás- 
tima porque han rodado impelidas por la 
garra del hambre, sonríen su desparpajo 
los Don Juanes de prepotencia. 


Hay otra falange femenina digna- de 
joda consideracón y que reclama esta 
justicia amplia que las mujeres sabremos 
hacer cumplir. Son las empleadas de co- 
mercio, vendedoras, dactilógrafas, caje- 
ras, peinadoras, manicuras, sombrereras, 
masajistas, etc. 

¿Qué decir de estas pobres muchachas 
que d'eben vestir y calzar con decoro, y 



sus 


DERECHOS POLITICOS 


139 


ganan algunas $ 15 y $ 20 mensuales? 

Imaginad el horror de una vida que 
está así cortada en todas sus más lógicas 
expansiones. ¡Qué sensación de amargu- 
ra ha de presidir los días de esas mucha- 
¡chitas que luego han de sonreír a todos y 
con todos ser galantes ! 

Y seguiríamos indefinidamente. Todos 
los empleos femeninos son mal remunera- 
dos. ¿Porqué? ¡Porque una mujer se 
arregla con cualquier cosa ! Claro está. 
La mujer puede vivir en una pieza de 
conventillo, alimentarse con pan y mate y 
vestirse con lo que le dan. 

La mujer no precisa confort, ni aire 
puro, ni deportes, ni relaciones, ni cultu- 
ra general, ni distracciones, ni casa pre- 
sentable, ni ropa decorosa. 

La mujer puede seguir siendo siempre 
eso indefinido y neutro, que sólo se toma 
en cuenta en determinados momentos. 

La mujer puede ser bestia sumisa a to- 
dos los yugos, o el caprichoso mamífero de 



140 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


lujo, que alguna vez da un dolor de ca* 
beza:. 

Siempre, algo a quien se le puede hacer 
sentir todo el peso de la superioridad 
masculina. 


¿A donde vamos nosotras? 

A la equivalencia, a la equiparación, a 
la justicia. 

Para ilustración de todas, transcribiré 
los párrafos del programa de la Alianza 
Uruguaya de Mujeres que tienen atin* 
gencia con este punto : 

“Salario igual para la mujer que para 
el hombre, para un trabajo igual. Igual 
derecho al trabajo para las mujeres casa* 
das que para las solteras. Ninguna regla- 
mentación especial será impuesta a las 
obreras si sus organizaciones profesiona* 
les se oponen. Todas las medidas de pro* 
tección que se aplican a las mujeres en 
cuanto madres, serán tornadas de ma- 
nera de no molestar sus intereses cconó* 




SUS DERECHOS POLITICOS 


141 


micos. La futura legislación del trabajo 
debe tender a ser indistintamente aplica* 
da a hombres 7 mujeres.” 

Esperemos que las mujeres desde las 
bancas legislativas- hagan factible esta 
humana aspiración. 

Ni las sometidas, ni el enigma. Para los 
hombres queremos ser las colaboradoras, 
las compañeras, las participantes de esa 
vida que viven egoistamente o compar- 
tiéndola con indiferentes. 

Pero para eso, que empiecen por dejar 
nos vivir plenamente. Usufructuando los 
derechos que son humanos 7 universales. 

Que todas las mujeres, al final de la 
jornada, podamos decir: Me basto a mi 
misma. 

Y así todos nuestros actos, serán aus- 
piciados por la tranquilidad de concien- 
cia que da la responsabilidad. 

Y ante nuestro compañero de todas las 
horas, ante el hombre que eligiremos por 



142 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


convicción y no por obligación, seremos 
la serena camarada, el espíritu gemelo y 
equivalente, que siente que ha elegido y 
ha elegido bien. 

Cara a cara, y corazón a corazón, hom- 
bre y mujer, encararemos y afrontare- 
mos el mundo con la mayor verdad que 
puede presidir la relación de los sexos. 
No habrá amos ni dominadas. Habrá la 
perfecta armonía que fluye de los seres, 
cuando cad'a uno vive su vida sin restric- 
ciones. 

Adela Barbitta Colombo. 





Bachiller Olivia de Vasconcellos 


Estudiante de Derecho, — Profesora de Enseñan* 
za Secundaria. 



La mujer considerada a través de la 
historia — 


Nada hay en el tiempo que no sea con 
relación a la eternidad ; nada hay en el 
orden de la naturaleza que no llene al- 
gún fin; nada se ha hecho por el hombre 
que no sea para su felicidad. 

Así, ya lo encontramos establecido en 
el Génesis que dice: ‘*'A1 ir a formar, 
Dios, a la mujer, dijo : No es bueno que 
el hombre esté sólo ; hagámosle una ayu* 
da semejante a él”. Es decir, que ya te - 
nía la mujer su fin; quedaba constituida 
como la .ayuda del hombre. Pero obser- 
vemos bien, que esas palabras tienen un 
sentido indeterminado y absoluto y que 
al decir ayuda» significa en cualquier es- 
tado o condición en que él se encuentre ; 



146 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


ya sea en el campo doméstico, como en el 
político, como en el intelectual. Es decir, 
pues, que independientemente de su mi* 
sión en la familia, tiene la mujer una mi- 
sión que ejercer en el estado, una misión 
que desempeñar en las ciencias y en las 
artes. 

Acéptense o no como verdaderas las 
palabras del Génesis, veamos a través de 
la historia, si la mujer fué o no la com- 
pañera, la ayuda del hombre; cuál fué 
su misión, su obra, a través de los siglos, 
a través del tiempo. Y para aclarar re* 
cordemos aquella clasificación en que se 
compara a la mujer con el hombre, des- 
de el punto de vista fisiológico, desde el 
punto de vista psicoló'gico y desde el 
punto de vista intelectual, y veamos si, 
como se pretende, la mujer es inferior al 
hombre, e incapaz de tener sus mismos 
derechos. 

No necesitamos remontarnos, hasta 
aquellas épocas en que la mujer era la 



sus 


DERECHOS POLITICOS 


147 


única que trabajaba, levantando las vi 
viendas, procurando el alimento, en tan- 
to que el hombre permanecía ocioso en 
espera del enemigo, o atacando en son de 
guerra, las tribus vecinas. 

Estudiemos algo que esté más cerca 
de nosotros, algo que conozcamos más: 
la antigüedad clásica, la edad media, 
nuestra época. En la época clásica, en 
Grecia, en Roma, países en los cuales la 
mujer no tenía derechos ni libertades de 
ninguna clase hasta tal punto que en los 
principios de Roma, el hombre tenia el 
derecho de matar a su esposa, como ma- 
taba a sus hijos, a sus esclavos o a sus 
animales, podemos ya encontrar nombres 
de mujer que la muestran como capaci- 
tada, como la ayuda del hombre. Si no 
la vemos actuar sola, salvo raras excep- 
ciones como Safo, poetisa griega, vemos 
su obra íntimamente unida a la de un 
personaje famoso, como se han encontra- 
do y se encuentran hoy fusionadas la 



14S LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


obra del hombre y_de la mujer. 

Así, si llegamos al siglo V, el siglo de 
oro de “la ciudad luz”, “la ciudad siem- 
pre joven", Atenas, veremos una figura 
prodigiosa : la de Pericles. Pero si quisié- 
ramos saber su obra puramente personal, 
no podríamos hacerlo; hay en él la in* 
fluencia tan grande de una mujer inteli* 
gente, Aspasia, que nos es imposible sa- 
ber qué pertenece al uno o a la otra. As* 
pasia, la mujer superior, que cinco siglos 
antes de Jesús, hablaba de sofística y fr 
losofía con Anaságoras y Protágoras; 
de arte, con Fidias y los grandes litera- 
tos; de política, con los hombres de esta* 
do de esa época. 

En Roma podríamos citar otras figuras. 
Bástenos nombrar a Cornelia, la educado- 
ra de sus hijos y que formó los nobles cora- 
zones de los Gracos que en una época de 
opresión y miseria, quisieron dar un poco 
de bienestar a la plebe, hacer llegar una 
brisa saludable al pueblo oprimido. 



SUS DERECHOS POLITICOS 


149 


Si Uegamos a los primeros siglos de 
nuestra era, los veremos llenos de nom' 
brea de mujer. Las mujeres cr istias 
ñas que padecieron y murieron por 
su Dios y por su fé, en los circos des* 
garradas por las fieras o martirizadas 
por los tormentos, con el mismo valor, 
con el mismo heroísmo, con la misma re' 
signación, con la misma confianza que 
los hombres. 

Llega la Edad Media, con el culto 
del honor y de la mujer. Es otra su si- 
tuación que en la Antigüedad Clásica. 
Pero no puede, ni remotamente, hablarse 
de igualdad. La mujer si no está en una 
situación denigrante, por lo menos es 
considerada inferior. 

T es en vano que pasen los siglos, 
es en vano que actúe en la política 
como en Bizancio y más tarde en mr 
merosos países de Europa: es en va- 
no qne una mujer, Juana de Arco, ha- 
ya salvado un reino; es en vano qne por 



150 LA MUJER URUGUAYA TTECLAMA 


otra, Isabel la Católica, se haya descu- 
bierto un continente; es en vano que la 
mujer haya dado generosamente su san* 
’gre y su vida por defender su patria y 
sus ideales; es en vano que haya llegado 
a la genialidad como Santa Teresa de Je- 
sús. Tampoco importa que en la ciencia, 
ella haya demostrado su capacidad, que 
■haya una Mme. Curie. 

¡Pocos ejemplos he dado, quizás tampo- 
co sean los más significatvos, pero tal 
vez ellos puedan servir de base a esta in- 
terrogante que se ha planteado hace ya 
algunos años y que, por otra parte ha 
encontrado solución satisfactoria en nu- 
merosos países, y es: Si la mujer, consi- 
derada inferior; convencida ella misma, 
por la fuerza de las circunstancias, de 
su propia incapacidad ; si oprimida por 
una barrera de obstáculos como eran su 
falta de libertad, su falta de derechos, 
su falta de preparación; si la mujer sin 
el apoyo que se lo presta al hombro, ha 



SUS DERECHOS POLITICOS 


151 


podido vencer ampliamente en todos los 
terrenos, llegando a la genialidad', ¿Pue* 
de considérasele inferior? ¿Puede negár 
sele los dere ellos que la igualen al hom- 
bre, si los ha conquistado con justo títu* 
lo? Si ha demostrado iguales méritos, 
¿por qué no darle iguales derechos? 

•Lo que dijimos de la mujer anterior 
mente, al considerarla al través de la 
historia, en otros países y en otras épo- 
cas, podemos decirlo de nuestras mu je* 
res. No necesitamos nombrarlas; su ac* 
tuación, no haría más que corroborar lo 
que dijimos anteriormente : iguales mé- 
ritos aunque distintos derechos. 

Bástenos para terminar, considerar al- 
gunas de nuestras leyes referentes a la 
tutela y a la incapacidad de la mujer en 
el matrimonio. 

En la tutela, vamos a estudiar un ar- 
tículo muy significativo en capítulo de la 
tutela legítima ; es el artículo 32$ que di- 
ce: “Los llamados a la tutela legítima 



152 LÁ MUJER URUGUAYA RECLAMA 


del menor son: l.o El abuelo paterno> el 
materno, y las abuelas mientras éstas se 
conserven viudas; 2.o Los hermanos va* 
roñes del menor. “Hay que destacar que 
las hermanas mujeres son incapaces de 
ejercer la tutela legítima ni dativa. 

Hace notar Guillot, al comentar este ar 
tículo, que si se discierne la tutela a las 
abuelas es porque se supone en éstas un 
afecto mayor que en las hermanas- Es de* 
cir, que hay una razón de afecto para 
que las abuelas ejerzan la tutela. 

T sin embargo no se da este mismo ar* 
gumento cuando se trata de discernir la tu- 
tela a las hermanas, en vez de un tutor age* 
no en quien no puede suponerse ese afee* 
to que se invoca a favor de las abuelas. 
Siempre debería darse la tutela a las 
hermanas y no a un tutor extraño al me* 
ñor, ya que con la tutela se trata, no so- 
lamente de dar al menor un administra* 
dor de sus bienes, sino también un hogar 
donde pueda encontrar afecto. 




SUS DERECHOS POLITICOS 


153 


Y creo más todavía: creo que dada la 
preparación que tienen y la capacidad que 
han demostrado las mujeres, seYes debería 
preferir, aun para ejercer la tutela dati- 
va porque ella además de su capacidad' y 
bu preparación, posee condiciones que le 
son innatas : su ternura, su sentimiento 
de madre. Y yo creo que la tutela tiene 
otros fines además de administrar los 
bienes del menor y es educarlo, guiarlo, 
dirigirlo y formarlo para que sea apto, 
cuando le toque actuar en el escenario 
de la vida. 

Trataremos ahora brevemente el se- 
gundo punto: la incapacidad de la mu - 
jer en el matrimonio. Estudiaremos va- 
rios artículos referentes a ello: el 129, 
130, 131. 13-1, 139, como consecuencia 
del 1134 y el 142. 

El Art.o 129 de nuestro Código Civil 
se refiere al domicilio y establece el do- 
micilio impuesto, legal de la mujer, de 



154 UA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


igual manera qu<e lo tienen los menores, 
los incapaces, los débiles mentales. 

El Art. 130 dice que “por el hecho 
del matrimonio se contrae sociedad de 
bienes entre los cónyugues, y toma el ma- 
rido la administración da los de la mu- 
jer,” etc. Es decir que se habla de so- 
ciedad as bienes en tanto que se refiere 
al aporte que puede hacer la mujer. Pe- 
ro ya no es más sociedad cuando se tra- 
ta de derechos ; y yo creo que es uno de 
los principios más elementales de justi* 
c-ia que en una sociedad en que, a veces 
los bienes son de la mujer, pueda ésta dis- 
poner libremente y administrarlos. 

El 131 nos vuelve a colocar al lado de 
los incapaces al decir que “la mujer no 
puede contratar ni parecer en juicio, sin 
licencia de su marido”. 

Repetiríamos lo mismo respecto al 134, 
en el que se establece que “la mujer no 
puede adquirir por título oneroso ni lu* 
craíivo, sin venia del marido”. Y se de- 


sus 


DERECHOS POLITICOS 


155 


ja. como lo establece el 13$, al arbitrio ex- 
clusivo del marido, sea justo o injusto, 
beneficioso o perjudicial, el conceder o 
revocar la licencia que le haya concedido 
para sus negocios en general o para uno 
determinado. 

Pero aún hay más: El artículo 142, 
el último de los que enumeramos an- 
teriormente, nos dice lo que signe : 
“Si la mujer casada ejerce públicamente 
una profesión o industria cualquiera, se 
presume la autorización general del ma* 
rido, etc.” Esto significa que la mujer 
casada, están aún en condiciones de ma - 
yor inferioridad, adquiere un grado de 
incapacidad mayor que el que tienen, de 
acuerdo con nuestro código, los menores 
de que hablan los artículos 262 y 267, 
que dicen: “Los empleados públicos, me- 
nores de edad', son considerados como 
mayores en lo concerniente a sus em- 
pleos” y “El hijo de familia, tendrá la 
administración del peculio profesional o 



156 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


industrial, para cuyo efecto se le consi- 
dera como emancipado o habilitado de 
edad”. . 

Yo creo que no se necesita mucho co- 
mentario para comprender la inconse- 
cuencia, la variabilidad de criterio de 
nuestros legisladores. Es justo, lógico, ra- 
zonable que un menor o un incapaz físi- 
ca, moral o intelectnalmente, tenga una 
persona que realice por él, aquellos actos 
que se encuentra imposibilitado de eje- 
cutar. Pero no es justo ni razonable ni si- 
quiera humano que después que la mujer 
ha demostrado su competencia, su capa- 
cidad, esté sometida a un mismo criterio. 

Se considera al menor empleado público 
como mayor, para que pueda desempeñar 
de una manera más completa, más com- 
petente su cargo. Se considera que aquel 
menor que es capaz de ganar dinero en 
su profesión o industria, es competente 
para administrarlo. Y todo esto se le con- 



SUS DERECHOS POLITICOS li>‘ 


cede a una edad en que aún no ha llega- 
do a la plenitud de sus facultades. 

Y bien, creo que ha llegado el momento 
de ser un poco más consecuentes; creo que 
ha llegado el momento de reconocer, el 
mérito; creo que ha llegado el j méménto 
de reivindicar a la obrera obsgáis 
vid'ada y hasta denigrada que? 
contra todos los obstáculos, con 
las trabas, contra todas las injí 
en la obra enorme del engrandécSmS 
social, del bienestar y del progreso""" 
Llegamos a lo firme, a lo alto, 

Y 

mos las cumbres, llegamos a la méía’eEL 

Y*- ' 

justa lid y hoy sólo esperamos lo que es 
justo, lo que merecemos, lo que conquis- 


tamos. 


Olivia de TascandfiUos. 



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£?ra. María Inés Navarra 


Jefe de Clínica en. la Facultad de Odontología. — 
Secretaria del Comité Organizador 



La gran masa femenina debe unir 
sus energías — 


Al organizar este acto, se pretendió 
que fuera la expresión del sentir femeni- 
no sobre la. necesidad imperiosa ya, de 
abordar la solución de nuestro problema, 
que no es nuestro, que es de todos. Por 
eso han estado representadas por elemen- 
tos destacados de cada una de ellas, di- 
versas formas de actividad de la mujer, 
formas por las cuales se basta económi- 
camente, beneficiando a la sociedad. La- 
mentamos la ausencia de una represen- 
tante de nuestras obreras ; razones que 
fácilmente se alcanzan unidas a premura 
de tiempo no permitieron éxito a nues- 
tros esfuerzos, pero nadie duda de que 
están con nosotras. 



162 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


En relación con sus profesiones, las 
oradoras han pasado revista a múltiples 
argumentos que justifican nuestra recia* 
•mación; es doloroso que todavía haya 
que argumentar sobre ese derecho y más 
doloroso aún, que deban utilizarse esos 
argumentos para convencer a muje- 
res. 

Verdaderamente, es compleja la gé- 
nesis del sometimiento femenino- ¿Cómo 
llegó un ser con tantos valores no sólo a 
renunciar a sus derechos sino a creerse 
incapaz de ejercerlos? Tan hondamente 
logró inculcársele la idea, de su inferior!* 
dad que todavía hoy, aunque nos sonro* 
je, tenemos que recurrir muchas veces 
para convencerla de que está en condi- 
ciones de votar al poco enaltecedor argu* 
mentó : si votan en nuestro país los anal* 
fabetos ya no puede existir el temor de 
que no sean capaces de hacerlo las muje- 
res. 

Teniendo en cuenta ese estado de espí* 



sus 


DERECHOS POLITICOS 


163 


ritu, no podemos abandonar la cuestión 
doctrinaria, pero nuestras energías deben 
orientarse a conquistas positivas. Decía 
Mlle. Bonnin en la reunión de los Esta - 
dos Generales del Feminismo de Francia: 
“Si el hombre superior piensa lealmente 
que la mujer es su igual, el hombre me- 
diano lo admite difícilmente, en cuanto al 
mediocre, él lo niega.” 

El reconocimiento de nuestros derechos 
nos vendrá de hombres que debemos pre- 
sumir superiores, a ellos no hay que ar- 
gumentarles están convencidos, pero de 
ahí a estar decididos hay un gran trayec- 
to por recorrer. Transformar el convenci- 
miento en decisión esa debe ser nuestra 
obra. 

Es curioso estudiar la psicología de es- 
tos movimientos en otros países ; los hom- 
bres de gobierno que sienten el feminis- 
mo, que dedican sus esfuerzos al estudio 
'y modificación de leyes injustas, cuando 
llega el momento de proceder, encarpetan 



164 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


su propia obra y la olvidan; es que su* 
cede allá lo que aquí se nos ha repetido 
muchas veces : 'hay hombres cuya opinión 
es favorable al reconocimiento de los de- 
rechos femeninos, pero detrás de ellos es- 
tán los partidos que no les dejan liber 
tad. 

Hay otros argumentos comunes ; lee- 
mos los trabajos de las mujeres france- 
sas y encontramos que les contestan a 
ellas, allá en Europa, frente a Inglate- 
rra que acaba de llenar sus urnas con los 
votos ele 14 millones de mujeres, frente a 
los Países Escandinávicos orgullo del 
civismo femenino, al lado d'e Bélgica, Ho- 
landa, Alemania, Austria y todos los 
pueblos nuevos que han reconocido sin 
excepción los derechos integrales a sus 
mujeres, a ellas, que no pueden haber 
permanecido indiferentes al movimiento 
general europeo les contestan con los 
mismos argumentos, con las mismas pa- 
labras que a nosotras; no es aspiración 



SUS DERECHOS POLITICOS 


165 


general de la mujer el reconocimiento de 
sus derechos, es un pequeño grupo de la 
capital el que lo pide, un grupo de inte- 
lectuales, la masa está conforme, es más, 
si se le da el derecho no hará uso de él. 

Para contestar estos argumentos debe* 
mos tener tres puntos de mira Unión. Or- 
ganización, Insistencia. Para decidir a 
los hombres tenemos que decidirnos antes 
nosotras. La mujer uruguaya no se ha 
dedicado al feminismo militante, es cier- 
to, pero ha realizado en los últimas años 
una intensa labor de feminismo práctico ; 
esa labor le ha dado la conciencia de su 
propio -valer. Está bien, debe subirse así, 
por grados y con base sólida, si se quie- 
re dar a la obra energía y serenidad; pe- 
ro ha llegado la hora de pronunciarse : 
el ridículo, arma a la que son muy sus - 
ceptibles las mujeres latinas, arma pre- 
dilecta del hombre en estos problemas, ya 
no señala dolorosamente a la que osa le- 



166 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


vantar la voz, se vuelve contra el que la 
esgrime acusándolo de mediocridad. 

Debemos tener, pues, valor para decir 
ya que no hemos tenido ni dudas ni co- 
bardías para realizar. Debemos unir nues- 
tros esfuerzos todas las mujeres, ese es 
el clamor universal; la obra individual 
es ineficaz, en la cooperacón noble, cons- 
ciente, disciplinada está el triunfo. 

Necesitamos un movimiento de con- 
junto, unión, mucha unión para ser muy 
fuertes que es la única manera de con- 
servar siempre la elevación y la calma, 
para evitar que se nos hiera ni cqn esa 
sonrisa irónica resto de conceptos ances- 
trales, cuando venimos sin prevenciones 
por el pasado a exigir respeto para edi- 
ficar con amor el futuro. 

En la psiquis del pueblo existe fuerte 
la cuestión de sexos; el hombre de go- 
bierno ve especialmente el problema po- 
lítico : tanto el prejuicio de la superori* 
dad masculina como el temor a la incóg* 



SUS DERECHOS POLITICOS 


167 


nita de los dirigentes de partidos son va- 
llas difíciles de salvar, pero tengamos 
fe en la armonía de las energías huma- 
nas, está la vida sembrada de pequeñas 
injusticias, es cierto, se sacrifica al hom- 
bre muchas veces, pero las causas gene- 
rales, los valores positivos aunque con 
esfuerzo y dolor llegan a imponerse siem- 
pre. 

Esperemos que la gran masa femenina 
una. sus energías a la obra iniciada por 
nuestras asociaciones feministas y que al 
cambiarse la corriente de las sugerencias 
que hoy van del estrado a la asamblea 
surjan de ésta las ideas que marquen 
rumbo a nuestro movimiento y permitan 
con la conquista de los derechos políti- 
cos primero la consecución definitiva de 
nuestros ideales. 

■Así lograremos la aspiración expresa- 
da por la presidenta de la Alianza Inter- 
nacional. Mrs. Margery Corbett Ashby 
en ol Congreso de Berlín : que las 



163 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


tres palabras símbolo de nuestra po- 
sición y desdoro de nuestro sexo, “muje* 
res, canciones, vino’,; sean sustituidas en 
la mente de los ¡hombres por estas tres: 
“Mujeres, Bienestar, Paz.” 


Dra. Marina Inés Navarra 



DOCUÍDENTARIOS 




Posición actual de los derechos po- 
líticos femeninos en el mundo — 


“ Actualmente, y para el ma/yor 
beneficio de sus propios pueblos, 
las mujeres de 2b nacientes poseen 
los mismos derechos políticos qiüe 
tos hombres”. 

(Nota del Congreso feminista de 
Alianza Mundial para el sufragio fe- 
menino realizado ten Berlín, 1929, al 
Consejo Nacional de Administración 
elevado en Mensaje a la Asamblea 
Nacional del Uruguay. 


Han reconocido los derechos políticos 
femeninos, en alguna forma, completa o 



172 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 

limitada, los países siguientes : 

ALEMANIA: Sufragio integral, es de' 
cir derecho a ser electoras y elegidas, pa- 
ra todos los cuerpos electivos. 

AUSTRALIA : .Sufragio integral, elec- 
torado y elegibilidad para, los Consejos 
Municipales, los Parlamentos de cada Es- 
tado y el Parlamento Federal. 

AUSTRIA : Sufragio integral, electo- 
rado y elegibilidad para los Consejos Mu- 
nicipales y el Parlamento (unitario). 

BELGICA: Sufragio Municipal, electo- 
rado y elegibilidad. Para los Consejos 
Provinciales y Parlamento, elegibilidad 
pero no electorado sino para una catego- 
ría determinada de mujeres. 

CANADA: Sufragio integral, electora- 
do y elegibilidad, para todos los cuer- 
pos electivos en las Provincias o en el 
dominio federal, con excepción del Sena- 
do- En la Provincia de Quebec, la única 
de tradición francesa, nada conseguido 
aún. 



SUS DERECHOS POLITICOS 


173 


CHECO ESLOVAQUIA: Sufragio inte- 
gral. electorado y elegibilidad para todos 
los cuerpos electivos. 

DINAMARCA: Sufragio integral, elec- 
torado y elegibilidad para toda clase d'e 
cargos electivos. 

ESTADOS UNIDOS: Sufragio inte- 
gral, electorado y elegibilidad, para toda 
clase de cargos electivos. 

ESTONIA: Sufragio integral, electora- 
do y elegibilidad, para todos los cargos 
electivos. (Estonia, país al Oeste d'e Ru- 
sia, sobre el mar Báltico, proviene do la 
separación del imperio ruso). 

FINLANDIA: Sufragio integral, elec- 
torado y elegibilidad para todos los car- 
gos electivos. 

GRAN BRETAÑA: Sufragio integral, 
electorado y elegioilidad, en las mismas 
condiciones que los hombres. 

HUNGRIA : Sufragio parlamentario 
para las mujeres de más de 30 años, 



174 


LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


mientras que la mayoría política de los 
hombres es de 21 años. 

INDIAS INGLESAS: Electorado pero 
no elegibilidad en las provincias de Bom- 
bay, Madras, Provincias Unidas, Assan y' 
Bengala. En Bombay, electorado y elegi- 
bilidad en materia municipal. 

INDIAS INDIGENAS: Sufragio reco- 
nocido en los Estados de Coohin. Traven- 
core, Jahalwar y Misore. 

ISLANDIA: Sufragio integral, electo- 
rado y elegibilidad para todos los car- 
gos electivos. 

JAMAICA: Sufragio, reconociendo el 
derecho a elegir pero no a ser elegidas. 

KENIA : (Africa Oriental inglesa) su- 
fragio integral para todos los cuerpos 
electivos. 

LETONIA: (Lindera de Estonia). 
Electorado y electividad, sufragio inte- 
gral para todos los cuerpos electivos. 

LITUANIA: Sufragio integral, elegi- 



sus 


DERECHOS POLITICOS 


175 


bilidad y electorado para todos los cuer- 
pos electivos. 

GRAN DUCADO DE LUXEMBUR- 
GO: Sufragio integral, electorado y ele- 
gibilidad para todos los cuerpos electivos. 

NORUEGA : Sufragio integral electo- 
rado y elegibilidad para todos los cuer- 
pos electivos. 

NUEVA ZELANDIA: Sufragio inte- 
gral, elegibilidad y electorado para todos 
los cuerpos electivos. 

PALESTINA : Las mujeres no tienen 
derecho de voto parlamentario, pero tie- 
nen derecho de elegibilidad y de voto en 
la Asamblea Nacional Judía. 

HOLANDA: Sufragio integral, electo- 
rado y elegibilidad para todos los cuer- 
pos electivos. 

POLONIA: Sufragio integral, electo- 
rado y elegibilidad para todos los cuer- 
pos electivos. 

RODESIA: Sufragio integral, electora- 
do y elegibilidad para todos los cargos 



176 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


electivos. (Rodesia es una colonia inglesa 
del Africa Oriental). 

RUSIA: Sufragio integral electorado y 
elegibilidad para todos los cargos electi- 
vos. 

SUECIA : Sufragio integral, electorado 
y elegibilidad, para todos los cargos elec- 
tivos. 

SUD AFRICA: Sufragio integral, elec- 
torado y elegibilidad sin excepciones. 

TERRA NOVA : Sufragio político, 
electorado y elegibilidad para las muje- 
res de más de 30 años, mientras que la 
mayoría política de los hombres es 21 
años. Sufragio municipal: electorado pe- 
ro no elegibilidad. 

TRINIDAD Y TOBADO: (Antillas) 
Sufragio electoral pero no elegibilidad 
para las mujeres de más de 30 años. 

Hemos de agregar a esta lista : 


CHINA : Sufragio en algunas regiones. 



sus 


DERECHOS POLITICOS 


177 


ITALIA: Voto Municipal para las mu* 
jeres de más de 25 años, calificado, para 
cierta clase de mujeres, a saber: con de- 
terminada instrucción, o que pagan de* 
terminada cifra de impuestos, o que tie- 
nen medalla de guerra o son madres o 
viudas de caídos en la guerra- 

GRECIA: Voto Municipal, electorado y 
elegibilidad. 

ESPAÑA: Voto municipal calificado, 
elegibilidad. Once mujeres han sido de- 
signadas para la Asamblea Nacional 
Constituyente. Numerosas mujeres son 
concejalas y algunas alcaldesas. 

RUMANIA: Voto municipal, electora* 
do y elegibilidad. Sufragio político cali- 
ficado (1929). 

ARGENTINA : Sufragio municipal en 
la provincia de San Juan. 

■BRASIL : Derechos políticos en el es* 
tado de Río Grande do Norte (1929). 

TURQUIA: Sufragio municipal califi- 
cado (1929). 



178 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


De manera que: 

DN EUROPA 23 PAISES han recocido 
total o parcialmente los derechos políti- 
cos de la mujer. 

EN ASIA CINCO REGIONES : Palesti- 
na, India Inglesa, e India Independiente. 
China y Siberia que pertenece a Rusia. 

EN AFRICA, CUATRO: Kenia, Rode- 
sia, South Africa y Las Islas de San Vi- 
cente. 

EN OCEAN'IA DOS: Australia y Nue- 
va Zelandia. 

EN AMERICA INGLESA , TODOS. — 
Canadá, Estados Unidos, Jamaica, Trini- 
dad y Tobago (en las Antillas). 

EN EUROPA, solamente Francia, Sui- 
za, Portugal y parte de los Balcanes 6e 
mantienen completamente inaccesibles a 
las mujeres. 

EN AMERICA LATINA, con excep- 
ción de la provincia de San Juan en la 
R. Argentina y el Estado de Río Grande 



SUS DERECHOS 


POLITICOS 


179 


do Norte las Mujeres están totalmente 
desprovistas de derechos políticos. 

Por la Alianza Uruguaya, de Mujeres, la 
P resid*: nta 

Doctora Paulina Luisi. 
Vicepresldenta de la Alianza Mundial 
para el Sufragio Femenino. 

Diciembre 1929. 



Solicitad enviada a la Cámara de 
Representantes por las Asocia- 
dones Feministas — 

Montevideo, Noviembre 4 de 1929. 

Al Señor Presidente de la Cámara de 
Representantes. — Don Guillermo Gar- 
cía. — Señor Presidente: 

La Alianza Uruguaya de Mujeres y el 
Consejo Nacional de Mujeres ¡djel Uru- 
guay, en representación de sus afiliadas, 
que constituyen una gran parte del ele' 
mentó femenino del país» ante ese Alto 
Cuerpo respetuosamente exponen: 

Que siendo una de las más fundamenta- 
les aspiraciones de la mujer uruguaya el 
completo reconocimiento de sus derechos 
políticos, para el cual ambas asociaciones se 
ban presentado a la Asamblea Constitu- 
yente en Abril 25 de 1917 ; al Poder Le- 



182 


LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


gislativo en Junio 21 de l!921, y en Fe- 
brero 23 de 11927, y a la Asamblea Depar- 
tamental de Montevideo, en Noviembre 
24 de 1923, y en Junio 21 de 1926; y es* 
timando que la sanción de un proyecto de 
ley que reconozca esos derechos, sería an 
alto exponente de progreso cuya iniciati- 
va corresponde a ese Alto Cuerpo, se pre- 
sentan ante esa Honorable 'Cámara, soli* 
citando el reconocimiento de los dere- 
chos políticos femeninos. 

Nuestras Asociaciones se han presenta- 
do también al Comité Nacional de Con* 
memoración del Centenario, solicitando 
del mismo modo que incluya una petición 
de esta índole entre las gestiones que rea- 
lizará ante las Altas Autoridades de la 
Nación con motivo de esa magna fecha. 

Este primer paso hacia el pleno reco- 
nocimiento de los -derechos de la mujer, 
significaría no sólo la adopción de una 
reforma social incorporada por casi todas 
las naciones a su legislación positiva; si- 



sus 


DERECHOS POLITICOS 


183 


no también, y muy especialmente, daría 
nuevo vigor a las fuerzas de la nación 
por el aporte de energías femeninas, cu- 
ya intervención en la solcción de los pro* 
blemas nacionales es indiscutiblemente 
de inmenso valor. Así lo ha demostrado 
en los 34 países donde ellas han coope* 
rado. 

Son 23 en Europa, 3 en América, 3 en 
Asia, 4 en Africa y 2 en Oceanía, los que 
han realizado dicha experiencia, y han si- 
do .sorprendentes los resultados obteni- 
dos desde el punto de vista político y so* 
cial. 

La Alianza Uruguaya de Mujeres en- 
tregó recientemente al Presidente del 
Consejo Nacional ide Administración, una 
comunicación dirigida a ese alto dignata- 
rio por la Alianza Internacional para el 
Sufragio Femenino, federación mundial 
que comprende 45 países, entre los cua- 
les el nuestro, por intermedio de una de 



184 


LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


Jas asociaciones feministas que suscri- 
ben. 

En dicha nota, de la cual tenemos el 
placer de adjuntar copia, se expresan las 
resoluciones respecto a derechos políti- 
cos femeninos, votadas en Junio del co- 
rriente año por el Congreso Mundial de 
Mujeres, en Berlín, y en el cual la mujer 
uruguaya tuvo su representación y el 
■consiguiente desmedro de figurar entre 
aquellas de los países de civilización más 
retardada, porque conservan a la mujer 
en estado de incapacidad política y legal. 

Cabe hacer constar con el natural pa- 
triótico desagrado, que aún en America 
Latina, países hay que se nos han antici- 
pado también en este punto, puesto que 
uno de los Estados Unidos del Brasil (1) 
ha reconocido sus derechos políticos a la 
mujer, en el corriente año. 

Ocioso .sería, en la época presente, ar- 


dí Río Grande del Norte. 



SUS DERECHOS 


POLITICOS 


1S5 


güir sobre la competencia de la mujer 
uruguaya en las diversas manifestaciones 
de la vida pública. Aunque la prueba no 
hubiese, como lo ha sido, brillantemente 
superada por nuestras mujeres, este ar- 
gumento sería tal vez de considerar en 
países donde el ejercicio comicial requie* 
re determinadas condiciones de cultura; 
pero absurdo de todo punto es en el núes - 
tro, donde el ejercicio de los derechos ciu- 
dadanos abarca en su extensión hasta al 
varón analfabeto. 

'Colocar a la mujer en condiciones de 
igualdad con respecto al hombre, su com- 
pañero de actividades, es a todas luces una 
solución de justicia que pondría término a 
lina situación inconcebible en una nación 
uqe, en otros campos, ha sabido conquistar 
las primeras filas por su legislación social. 

Existen en las Carpetas de ambas Cá- 
maras, numerosos proyectos relativos a 
los derechos femeninos. La experiencia 
nos ha demostrado, desde que se presen- 



1S6 


LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


tó el primero por el año 1913 hasta la fe* 
cha, que el pretender abarcar en conjun- 
to la reforma de la legislación civil y el 
reconocimiento de los derechos políticos 
de la mujer, dificulta el estudio del asun- 
to por su extrema complejidad, y dá co* 
mo resultado, según se vió en anteriores 
legislaturas, el envío de los proyectos a 
las carpetas de una Comisión. 

Por este motivo, la presente solicitud se 
refiere solo al mencionado asunto constitu- 
cional, que. en la hora presente de la civi- 
lización humana, no es ya un problema ni 
puede, dar lugar a discusiones o modifi* 
caciones en cuanto a texto de ley. El ar- 
tículo correspondiente de nuestra Cons- 
titución es terminante al respecto, en 
cuanto establece concretamente la fórmu* 
la legislativa que llena las condiciones 
necesarias a su aprobación. 

Puede ese H. Cuerpo Gubernativo dar- 
le sanción o decretar su rechazo, pero ya 
no caben por ociosas, las discusiones so- 



sus 


DERECHOS POLITICOS 


187 


bre un tema más que abundantemente 
discutido y comentado en el país desde el 
primer proyecto legislativo en Í^IB, es 
decir durante diez y seis años, lo mismo 
en la Asamblea Nacional Constituyente 
que en diferentes Legislaturas, en la 
Asamblea Municipal y en la prensa na- 
cional. 

Los dos grandes partidos tradicionales 
que comparten la mayoría de la repre- 
sentación política del país, han manifes- 
tado su opinión al respecto por boca de 
sus mandatarios en el Consejo Nacional 
de Administración, según el comunicado 
dado a la prensa por la Secretaría de ese 
Consejo. 

En efecto, al darse comunicación a ese 
Alto Cuerpo Ejecutivo de la nota arriba 
mencionada, el doctor Luis A. de Herrera 
no sólo se declaró partidario de esta re- 
forma, sino que declaró “que en algún 
momento había pensado presentar un 
proyecto bien afirmativo en ese sentido’ 



183 


LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


En cuanto a la opinión del Dr. Bruna, 
lautor ide un proyecto amplio sobre dere- 
chos femeninos, está demás insistir. 

De las fracciones políticas que tienen 
representación en el Parlamento, el Bat- 
llismo, el Riverismo, el Radicalismo Na- 
cionalista, el Socialismo, el Comunismo, 
tienen esta reforma inscripta en la plata- 
forma de sus respectivos partidos. 

En vista pues de estos antecedentes, 
nos presentamos ante esa H. Cámara so- 
licitando quiera incluir en la orden del 
día de una de sus sesiones del presente 
período, la sanción del texto de ley pre- 
visto por el Art. 10 de la Constitución 
vigente, por el cual se reconoce a la mu- 
jer el derecho al voto activo y pasivo en 
materia nacional y municipal- 
Con este motivo presentamos al señor 
Presidente las seguridades de nuestra 
más alta consideración. 

Por la Alianza Uruguaya de Mujeres: 

..Paulina Luisi, presidenta; Fanny C. de 



SUS DERECHOS POLITICOS 


189 


Polleri >j Ad'-la R de Morató Vicepresi- 
dentas; Celia Y. de Giuría y Ercilia Der- 
torclCo. Secretarias ; Mario Devita , Tesore- 
ra. Sara Rey Alvarez, Segunde P. de De- 
fazio, Herminia M. de Brito Fonesti, Ca- 
rolina S. \de Griot, Mercedes San Martin 
de García , Vocales. 

Por el Consejo Nacional de Mujeres: 

Bernardina M. de De María y Paulina 
Luisi, Presidentas Honorarias; Carola T. 
de Abella y Escobar, Presidenta : María 1. 
Navarra y Teresa Milans de Mamaco’dda ; 
Secretarias; Carmen Onetti, Tesorera; 
Luisa Casterán, Isabel A. de Pazos y Te- 
resa Buscazzo, Vocales. 



Mensaje enviado por la Comisión 
Directiva de la “Alianza Interna- 
cional para los Derechos Ciada- 
daños de ¡a Majer ,f — 

(Resolución del Congreso 

de Berlín de Junio 1929). 

Traducción 

A su Eneeelencia el Señor Presidente 
del Consejo Nacional de Administración. 
— República Oriental del Uruguay. — 
Montevideo. 

Señor Presidente : 

Tenemos el honor de llevar a su cono - 
cimiento, rogando a V. E. quiera comu- 
nicarlo al Parlamento de su País, el testo 
de la Resolución votada por unanimidad 
por el XI. o Congreso de la Alianza Inter* 
nacional para el Sufragio y la Acción cí- 
vica y política de las Mujeres, en su re- 
ciente reunión de Berlín, en la cual las 



192 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


mujeres de más de cuarenta países esta- 
ban representadas: 

“El -Congreso encomienda al Comité 
Ejecutivo de la Alianza de llevar al cono- 
cimiento de todos aquellos Estados que se 
gobiernan por sí mismos y que aun no 
han reconocido a las mujeres el derecho 
al sufragio en las mismas condiciones que 
a los hombres, que, actualmente, y para 
el mayor beneficio de sus propios pue- 
blos, las mujeres de 25 Naciones poseen 
los mismos derechos políticos que los 
hombres. 

El Congreso encomienda también al Co- 
mité Ejecutivo de insistir en forma apre- 
miante, cerca de los Gobiernos de aque- 
llos Estados, para que reconozcan sus de- 
rechos políticos a las mujeres, de suerte 
que la expresión “Sufragio universal” 
pueda en realidad aplicarse a la nación 
entera. 

Hemos tenido, en efecto, el privilegio 
de oír manifestar, durante el Congreso. 



sus 


DERECHOS POLITICOS 


193 


el punto de vista de hombres eminentes, 
sobre el valor del sufragio femenino, y 
no podemos sino esperar que las expe- 
riencias felices realizadas allí donde las 
mujeres son electoras desde algunos años, 
convenzan a aquellos que aun dudan de 
que el voto de las mujeres, lejos de tener 
los resultados peligrosos que algunos te- 
men. contribuirá, por el contrario, a vi* 
gorizar la acción del legislador, en vista 
de reformas útiles para el progreso social 
y el bienestar público. 

En todos los países, las mujeres han 
manifestado siempre la mejor buena vo- 
luntad para poner sus energías y su ca- 
pacidad al servicio de los intereses nació* 
nales, cada vez que su concurso les ha si- 
do solicitado. 

Creemos pues, que a todo Parlamen- 
to preocupado por los intereses públicos, 
corresponde asegurarse una colaboración 
tan útil como la de la mujer, el valor de 
cuyos servicios está ya demostrado • dan- 



194 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


do a ésta, por el empleo de la balota elec- 
toral» la posibilidad de trabajar, tan efi- 
cazmente como las mujeres de aquellas 
otras veinte y cinco naciones- 

Convencidas que las altas Autoridades 
de Vuestro País compartirán nuestras 
■miras, y agradeciéndoselas desde ahora, 
rogamos a V. E., Señor Presidente, de 
aceptar las seguridades de nuestra más 
alta consideración. 

Por la Alianza Internacional para el 
Sufragio y la Acción Cívica y Política de 
las Mujeres. — Firmado : Marg&ry I. Cor~ 
bett Ashby, Presidenta; Emilia Oourd, 
Secretaria. 

Es traducción fiel. 

Doctora Paulina Luid. 
Presidenta de la Alianza Uruguaya do 
Mujeres y Miembro dol Coniltó Ejecu- 
tivo Internacional, 



Mensaje del Consejo Nacional de 
Administración con motivo de la 
nota de l la “Alianza Internacio- 
nal”— 

Consejo Nacional de Administración 

Montevideo, Noviembre 6 de 1929. 

A la Asamblea General- 
La Constitución de la República incor- 
pora a sus principios el derecho de la 
mujer al sufragio en materia nacional o 
municipal y dispone que el reconocimien- 
to de ese derecho deberá ser estatuido 
por la mayoría de dos tercios de cada 
una de las Cámaras Legislativas. 

El Consejo Nacional de Administra- 
ción adhiero unánimemente a las iniciati- 
vas presentadas en el sentido de ese re- 
conocimiento. ya que la demora en san- 
cionarlo, es incompatible con los princi- 
pios de toda democracia, y en tal eoncep- 



196 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


to tiene el agrado de dirigirse a esa 
Asamblea exhortándola al estudio de los 
distintos proyectos que tiene a su consi- 
deración relacionados con este vivo an- 
helo de la mujer uruguaya. 

Quiere agregar al respecto, la ma- 
nifestación que acaba de hacerse en el XI 
Congreso de la Alianza Internacional pa- 
ra el Sufragio y la acción cívica de la 
mujer. — según informa la comunicación 
adjunta. — realizado últimamente en 
Berlín, en el cual tuvieron representación 
las mujeres de cuarenta naciones, en 
25 de las cuales, tienen ellas los mis- 
mos derechos que los hombres, para que 
se lleve a conocimiento de los Poderes Pú- 
blicos su voto de que se dicte la ley de 
sufragio aplicable a la nación entera. 

Con tal motivo el Consejo Nacional de 
Administración renueva a esa Asamblea 
las expresiones de su alta consideración. 
— Por el Consejo : V. M. Martínez. J. C. 
Rossi ; Manuel C. Rodríguez, Secretario. 




Texto de las peticiones que serán 
elevadas a la Asamblea Nacional 
con motivo del gran acto páblico 
celebrado en la Universidad el 
5 de diciembre 1929. 

Petición de las mujeres uruguayas 

Lema: La mujer uruguaya reclama sus 
derechos políticos. 

Las Mujeres Uruguayas, reunidas en 
Asamblea solemne el día '5 de Diciembre 
de 1929, en el Salón de Actos de la Uni* 
Tersidad de Montevideo, sin distinción 
idte tendencias políticas, representadas to* 
das por las distintas oradoras ; 

Solicitan de la Asamblea Nacional la 
sanción del testo de Ley previsto por el 
Artículo 10. o de la Constitución, por el 



198 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


que se reconoce el derecho de la mujer al 
voto activo y pasivo en materia nacional 
y municipal. 


Petición de los ciudadanos uruguayos 


Lema : Por los derechos políticos d\e la mu- 
jer. 

Los ciudadanos que suscriben solicitan 
de la Asamblea General la sanción del 
texto de Ley previsto por el Artículo 10. o 
de la Constitución, por el que se reconoce 
el derecho de la mujer al voto activo y 
pasivo en materia nacional y municipal. 


Programa de la Alianza Uruguaya 
de Mujeres — 

i 

Derechos civiles y de familia 

1. Derechos civiles y personales com- 
pletos para la mujer en el matrimonio, 
comprendiendo el de disponer de su ga- 
nancia y su fortuna personales y de ser 
emancipada de la tutela marital- 

i2. Igualdad de derechos del padre y 
la madre sobre los hijos nacidos en el 
matrimonio. 

3 . Deber d'el Estado de subvenir a las 
necesidades de los hijos de viudas sin re- 
cursos, debiendo éstas cobrar las subven- 
ciones a título de tutoras. 

4. Autorización de la investigación de 
la paternidad d’e un niño concebido o na- 
cido fuera de matrimonio; obligación pa- 
ra el padre de asumir las mismas cargas 



200 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


para la educación y crianza del niño, que 
si éste fuera legítimo. 

■5. Derecho para la mujer casada, de 
conservar o cambiar su nacionalidad, por 
el ¡hecho del matrimonio, según lo estime 
conveniente. 

6. Supresión radical de las leyes o cos- 
tumbres que permiten o favorecen la ven- 
ta o la esclavitud de mujeres y niños, tal 
como existen en ciertos países de Asia, 
Africa y algunas partes de Europa Orien- 


Educación y derechos económicos 

7. Acceso de hombres y mujeres cu las 
mismas condiciones, a la enseñanza gene- 
ral, n la enseñanza técnica y profesional 
etc. 

8. Derecho para las mujeres de tenor 
acceso a todas las funciones industriales, 
administrativas y judiciales. 


sus 


DERECHOS POLITICOS 


201 


9. Salario igual para la mujer que pa- 
ra el hombre, para un trabajo igual. 

10. Igual derecho al trabajo para las 
mujeres casadas que para las solteras. 
Ninguna reglamentación especial será 
impuesta a las obreras si sus organizacio- 
nes profesionales se oponen. Todas las 
medidas de protección que se aplican a 
las mujeres en cuanto madres, serán to- 
madas de manera de no molestar sus in- 
tereses económicos. La futura legislación 
del trabajo debe tender a ser indistinta- 
mente aplicable a hombres y mujeres. 


m 

Moralidad 

1L Reconocimiento de una sola y única 
moral elc\ a da para los dos sexos, moral 
igual para la mujer que para el hombro, 
que combata el libertinaje y ensene a 
unos y otras a morigerar las pasiones, 



202 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


estableciendo la mayor templanza y aus- 
teridad en las costumbres de ambos se- 
xos. 

12. Supresión de la trata de mujeres y 
menores y de la reglamentación del vi- 
cio: el Estado debe combatirlo en lugar 
de autorizarlo. Supresión d'e toda ley o 
reglamento de excepción en materia de 
costumbres o de moralidad que afecte a 
determinada clase de personas en lugar 
de aplicarse a la conducta de todos sin 
excepción: la ley en materia de costum- 
bres y de moralidad, debe aplicarse al de- 
lito o falta y no al sexo de quien lo co- 
mete. 


IV 

Cargos 

13. Acceso de las mujeres a todos los 
cargos públicos desde donde puedan en- 
tablar la lucha: 


sus 


DERECHOS POLITICOS 


203 


a) Contra las enfermedades sociales: 
alcoholismo, tuberculosis, enferme- 
dades venéreas. 

¡h) Por la higiene infantil, 
c) 'Contra las habitaciones insalubres y 
por la higiene urbana. 

Y 

Derechos políticos 

14. Derecho de sufragio para la mujer 
en las mismas condiciones que para el 
hombre. 

15. Derechos para la mujer iguales a 
los de los hombres tanto en los cuerpos 
municipales y nacionales como en los in- 
ternacionales. 

16. Acceso a los cargos del Estado, cua- 
lesquiera sean ellos, de acuerdo con la 
competencia de las personas sin distin- 
ción de sexos. 



204 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


Estatutos (Extracto) 

Artículo 3.0 La Alianza Uruguaya de 
Mujeres es independiente de todo partido 
de política partidaria y de toda opinión 
religiosa. Todos los partidos políticos y 
todas las religiones son admitidas y res- 
petadas sin distinciones de ninguna espe- 
cie. 

Art. 7.o b) Los hombres son admitidos 
como socios al mismo título que las 
mujeres. Las cotizaciones son de un 
peso y cincuenta centesimos men- 
suales- En casos especiales y para 
las obreras y estudiantes, la cotiza- 
ción puede ser reducida a la mitad 
si no pudieren pagar la cuota de 
$ 0.50. 


La Alianza Uruguaya de Mujeres lla- 
ma a su seno a todas las mujeres cons- 
cientes, que comprenden la necesid’ad de 



sus 


DERECHOS POLITICOS 


205 


una evolución en las leyes y costumbres 
para mejorar la condición social de la 
mujer en todos los ramos de la actividad 
humana, de las que es primordial la tarea 
de la madre, cuyo desempeño debe ser 
considerado como un sacerdocio y por 
eso mismo llevado a un engrandecimien- 
to y elevación que no han alcanzado aún 
en su inmensa mayoría las legislaciones 
actuales. 

La 'Alianza Uruguaya de Mujeres llama 
también a su seno a los hombres que han 
comprendido la injusticia d*e las legisla- 
ciones que mantienen a la mujer en el 
mismo nivel que los incapaces, los meno- 
res y los criminales. 

La Alianza Uruguaya de Mujeres espe- 
ra la cooperación de todos, para el triun- 
fo de esta gran causa, obra de evolución 
en pro del mejoramiento social de la mu- 
jer, cuyo éxito no depende de un grupo 
solo de personas sino que se obtendrá 
solamente por el esfuerzo unánime de to- 



206 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


dos los elementos sociales sin distinción 
de clase, de partido o de religión. 

La Alianaa Uruguaya de Mujeres invi- 
ta cordialmente a todos a adherirse. 

Pueden enviarse las adhesiones a la Se- 
cretaría General, calle Paraguay 1286, 
Montevideo. 



Programa del Consejo Nacional de 
Mujeres — 


“Asociar a todas las mujeres para tra- 
bajar por el mayor progreso de nuestro 
seso, elevando su nivel moral, intelec- 
tual, material, económico y jurídico. De- 
dicar todas nuestras energías para conse- 
guir mejorar la situación social que le- 
yes y costumbres conceden a la mujer/’ 

El objeto del Consejo Nacional \ es: 

A) Establecer Vfvzos de solidaridad entre 
los diversas asociaciones femeninas que se 
ocupan del adelanto moral, intelectual, so- 
cial y humanitario de la mujer. 

B) Dar oportunidad a todas las muje- 
res de la República para reunirse y con- 
ferenciar sobre cuestiones relativas a sus 
intereses materiales y sociales y a sus de- 



208 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


beres y derechos en la .sociedad. (Artícu- 
lo 2.o d'e los Estatutos). 

C) Estudiar y obtener mejoras en todas 
las cuestiones relativas a asistencia de la 
mujer y del niño; tutela y protección de 
la infancia; protección a la maternidad; 
cuestiones de higiene; obras de educa- 
ción; lucha contra el alcoholismo; la tu- 
berculosis y la avariosis : lucha contra la 
pornografía y el juego y las mil obras 
que interesan directamente a la mujer y 
al hogar y que pueden ser campo fecun- 
do a la actividad de nuestro sexo. 

D) Ayudar y sostener el principio del 
Arbitraje Internacional trabajando para 
que llegue a ser un hecho la Paz Univer- 
sal. 

E) Conseguir la equiparación de ambos 
sexos ante la ley civil: 

La apreciación del trabajo femenino so- 
bre la base de: Igual remuneración para 
igual rendimento. 

F) El acceso para la mujer a todas las 




sus 


DERECHOS POLITICOS 


209 


profesiones, artes e industrias, así como 
a todos los cargos públicos : 

G) El reconocimiento de los derechos 
politices de la mujer reglamentados en 
idéntica forma que para el hombre. 

H) Combatir la trata de blancas y sos- 
tener el principio de la Unidad de la Mo- 
ral, esto es, establecer una sola moral 
para ambos seros. 

El Consejo no se organiza con el fin de 
servir intereses particulares y no tiene 
poder alguno sobre sus miembros ni so- 
bre las sociedades o centros afiliados, 
los que conservan entera independencia 
de opiniones y de conciencia; no tiene 
más poder ni ejerce más influencia que 
la de la simpatía y el consejo, por eso to- 
da asociación o centro conserva la más 
completa libertad respecto a su organi- 
zación, funcionamiento y medios de ac- 
ción. Sólo se exige que las disposiciones 
de las asociaciones o centros afiliados no 



210 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA 


contraríen la Constitución del Consejo 
Internacional. (Art. 7.o). 

El Consejo Nacional de Mujeres Uru- 
guayas es independiente de toda agru- 
pación política o religiosa: el Consejo 
profesa como principio el respeto a la 
conciencia de todos sus afiliados, sean es- 
tos individuos o sociedades (Art. 18). 

Todos los centros o asociaciones feme- 
ninas que persigan el mejoramiento de 
la situación de la mujer y del niño, desde 
cualquier punto de vista, podrán formar 
parte del Consejo Nacional. Estas socie- 
dades pueden ser exclusivamente feme- 
ninas o mixtas. Estas últimas deben ser 
representadas en el Consejo por mujeres. 

Las cuotas son de un peso y 3e cin- 
cuenta centésimos mensuales. (Art. 19- 
2.o). 

Con el objeto de dividir la labor se 
han establecido en el Consejo las siguien- 
tes Comisiones: de Asistencia (Menores), 
do Asistencia (Mujeres), de Conferencias 



SUS DERECHOS POLITICOS 


211 


y Propaganda, de Educación, de Higiene, 
de Legislación, de Emigración e Inmigra- 
ción, de Paz y Arbitraje, de Sufragio, de 
Prensa, de Profesiones, Artes y Oficios 
accesibles a la mujer, de Trabajo, de Tra- 
ta de Blancas y Unid'ad de la Moral, de 
Biblioteca, de Finanzas. 

Secretaría del Consejo Nacional de Mu- 
jeres, Maldonado 149o. 



INDICE 

Pag . 

Planisferio indicando la posición actual de los ~~ 
derechos políticos femeninos ,en el mundo 

por la doctora Paulina Luisi " 5 

Pórtico, por A. B. C " 7 

Algunas consideraciones previas necesarias, por 

el Comité Organizador . . 11 11 

DISCURSOS PRONUNCIADOS: 

Doctora Paulina Luisi: 

Los derechos políticos de la mujer en el 
Uruguay y en la Vida Internacional . . . ” 29 

Carmen Onetti : 

Gestiones de las Asociaciones Feministas por 
los derechos políticos de la mujer . . . " 49 

Leonor Hourticou : 

La mujer en la enseñanza " 71 

Cristina Duf re chota : 

Evolución económica de la mujer 99 85 

Doctora Elisa Barros Daguerre : 

Los ideales de la feminidad' han cambiado . M 95 



Doctora Elvira MortorelH: 

Diferencias jurídicas que importan inferiori- 
dad en la mujer profesional • 

Laura Cortinas : 

La mujer escritora 

Luisa M. B. de A bella Escobar : 

Las fuerzas de la mujer serán demostradas . 
Adela Barbilla Colombo : 

La mujer obrera, sus salarios 

Br . Olivia de Vasconcellos : 

La mujer considerada a través de la historia 
Doctora María Inés Navarra : 

La gran masa femenina debe unir sus ener- 

, n 

gias 

ANEXOS DOCUMENT ARIOS : 

Posición actual de los derechos políticos feme- 
ninos, texto, por la Dra. Paulina Luisi ...” 
Solicitud enviada al Parlamento por las Aso- 
ciaciones Feministas " 

Mensaje enviado por la Directiva de la Alian- 
za Internacional para los derechos ciudada- 
nos de la mujer ” 

Mensaje del Consejo Nacional de Ad mini stra- 

ción al Parlamento ” 

Texto de las peticiones qüe serán enviadas a la 

Asamblea Nacional ” 

Programa de la Alianza Uruguaya de Mujeres ” 
Programa del Consejo Nacional de Mujeres - ” 


105 

115 

127 

135 

145 

161 

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191 

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